martes, 14 de octubre de 2025
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Las Teorías sobre la Inflación – Parte II

En esta segunda parte, seguiremos recorriendo las distintas teorías, poniendo énfasis en las fallas mas claras y evidentes. Como veremos, en general caen en una especie de “obsesión negacionista” sobre la expansión monetaria como factor obvio en el proceso inflacionario.

Teorías que la atribuyen a una manipulación (formadores de precios):

En esta teoría existen claramente determinados agentes económicos con una responsabilidad en el aumento de precios, siendo ellos los que voluntariamente y buscando obtener mayor rentabilidad aumentan sus precios.  Al hacerlo, dada una supuesta posición dominante, y en combinación con algunos otros pocos agentes, mediante un efecto en cascada, hacen que los precios al consumidor final aumenten.   Nuevamente, no explica que pasa si esto continua en el tiempo con la cantidad de moneda circulante.    Las teorías de la manipulación son muy populares porque hay una especie de “malvado”. Hay un “culpable” en las sombras que maneja intereses inconfesables.  Esto es muy caro a los mitos populares de la izquierda y la “conspiranoia” muy en boga. Pero la verdad, es que está muy alejado de una explicación razonable y científica.

Otras teorías relacionadas con aumentos de ciertos bienes:

Se ha postulado como fuentes de la Inflación diversos “bienes origen”, asignándoles una capacidad de transmitir el aumento a los demás. Por su característica de participación en los costos de producción, se los define como “motores en cascada” de aumentos de precio.  Algo así como propagadores del aumento en una especie de efecto dominó.  El precio de la energía y de los combustibles está a la cabeza.  Pero también podemos hablar de los aumentos de valor del Dólar (devaluación de la moneda), aunque de este último caso goza de una preferencia como explicación exclusiva para muchos economistas. En una especie de confusión entre causa y efecto le atribuyen toda la culpa de la inflación a la devaluación.   En la Argentina se le llegó a culpar a la carne como uno de los grandes impulsores de la inflación.  Nuevamente, se confunde el Índice (o indicador de precios) con la causa.   El indicador puede estar sesgado por una participación ponderada en forma importante por un bien que se mueve un poco mas que otros en un momento dado.  Pero aun detrayendo el efecto, no vamos a evitar el movimiento en general.  Las tasas de interés bancarias han estado en su momento en el banquillo de acusados también. En general, al igual que la teoría de la Inflación Estructural, parten de la base que la inflación es un problema de “empuje” desde los costos hacia los precios.  Lógicamente, este modelo explicativo no puede dar cuenta, nuevamente, de la cantidad de circulante requerido para evitar con el tiempo la escasez de moneda.

Teoría Keynesiana:

John Maynard Keynes (1883-1946)

En la visión presentada por el economista John Maynard Keynes, la inflación es la resultante de un límite de las capacidades de producción ante una demanda creciente. De esta forma, una economía “recalentada” por una demanda creciente de una cantidad de Bienes y Servicios que no aumenta, empieza a tener Inflación.  Además de las limitaciones anteriores, sobre la cantidad de circulante, esta teoría no explica como sucede inflación en momentos de estancamiento económico (algo habitual) y como se pueden producir ciclos de inflación largos en el tiempo, dado que se supone que esta situación de sobredemanda, una vez compensada por el aumento de los precios, debiera encontrar una nueva zona de “equilibrio”.  Es por eso que esta teoría ha quedad descartada como explicación.

Teoría de multicausalidad:

Esta es una de las teorías mas repetidas en los medios de comunicación masiva, y en las aulas también.  Suena bien poder atribuir las razones a cualquier cosa. A todas las anteriores, además le sumamos la expansión de la base monetaria, así evitamos la gran falla de las anteriores.  En una postura teórica mas bien cómoda (porque en definitiva evita explicar el fenómeno), presenta a la inflación como un problema “complejo”, con múltiples orígenes.  No se sabe a ciencia cierta si esos orígenes se manifiestan al mismo tiempo, o primero algunos y luego otros.  No se conoce ningún modelo que haya dado una explicación dinámica (combinada, o con causales distintas en el tiempo) del fenómeno.  Tampoco se conoce algún tipo de ponderación de las causales, es decir, bajo que condiciones afecta más una causa que las otras.  En fin, como teoría no sirve por su vaguedad y falta de rigor explicativo.  Pero sin duda encuentra muchos adeptos, por su tinte pegadizo de explicación multidimensional, multifacética y otros “multis” que se puedan ocurrir.

Teoría basada en el desequilibrio entre la cantidad de moneda y la oferta de bienes y servicios:

Los hicimos transitar por todas las anteriores para finalmente llegar a las verdaderas razones:

La Inflación es un desequilibrio entre la cantidad de moneda circulante y la cantidad de bienes y servicios ofrecidos en una economía en un momento dado.

Luego puede haber una modelización mas o menos compleja de como se produce el desequilibrio.  Pero en definitiva, se trata de ese desequilibrio. Analicemos por que decimos que ésta es la verdadera causa.

Se podrá tildar a esta teoría de “clásica”, “antigua”, poco “chic”.  Algunos las posicionan como “monetaristas”.  Pero es la única que responde científicamente (es decir, resiste una prueba lógica – teórica y empírica) al fenómeno de la Inflación.

Según esta teoría, la Inflación es un “ajuste” entre una cantidad de moneda, y una masa de bienes y servicios. Por alguna razón, alguna de las dos cambia en su tamaño y se desajustan.  Es decir, una aumenta frente a la otra, alterando un equilibrio que es un requisito para la moneda, que tiene como rol principal ser la unidad de medida de esos bienes y servicios.   Ese desajuste puede producirse por una expansión en la cantidad de moneda, o por una reducción de los bienes y servicios, o por ambos a la vez en forma combinada.  A la pregunta de como puede “reducirse” la masa de bienes y servicios, aclaramos que por lo general no se da por una “contracción de la economía”, sino mas bien por una reducción en la “demanda de dinero”.  Es decir, porque los agentes económicos deciden usarlo menos. Y esto se manifiesta usualmente por que dejen de usarlo como medio de resguardo de ahorros.  En general esto no sucede en los países estables, pero en el nuestro, el propio desequilibrio impulsado por la expansión de la masa monetaria, y las manipulaciones a través de regulaciones, hacen aumentar y bajar esa demanda en forma importante contribuyendo al desequilibrio mencionado.

Suele combinarse esta explicación con la teoría de la velocidad de circulación del dinero,  que es la cantidad de veces que rota el dinero. Esto es algo así como suponer que si en una economía se producen mas transacciones, el dinero “rota” mas entre distintos particulares y ayudaría a generar inflación (porque “aparece” mas veces el mismo dinero).  Bueno, esto no solo no tienen asidero matemático, sino tampoco práctico. El dinero es la contracara de los bienes y tiene un solo poseedor a un momento dado. Con lo cual, no existe tal efecto.

Finalmente, apoya esta teoría, el hecho que en todos de procesos inflacionarios se observa una expansión de la base monetaria mas o menos en forma correlativa a la inflación.  Por lo general, con cierta anticipación a la Inflación. Es decir, que la Inflación suele no ser un correlato inmediato.  La correlación se observa en un período de tiempo.   También se ha comprobado un aceleramiento en los casos de derrumbe de la demanda de dinero. Esto se observa en procesos de alta Inflación.

Como puede observarse, la teoría del desequilibrio de Oferta Monetaria versus Oferta de Bienes y Servicios es la única de las teorías que soporta la conceptualización inicial que hicimos de la Inflación. Da explicación a su sostenimiento en el tiempo y da explicación a la generalización en todos los precios de la economía.

Cabe preguntarnos a esta altura: si un fenómeno tiene una explicación tan obvia, ¿por que es tan resistida en nuestro país?  Bien, ese terreno, excede este artículo, y será objeto de los próximos; pero quizás tenga que ver con que el mundo dejó atrás la inflación en la década del 80, y la Argentina no. ¿ No será que en el fondo, nuestra clase política es una “enamorada de la inflación”?  Seguramente si, y hablaremos en otros artículos de las razones.

Las Teorías sobre la Inflación – Parte I

De más está decir que hay una razón pura y verdadera para la Inflación. Por supuesto, no es un misterio Y hace muchos años que se develó. ¿Pero qué es lo que impulsa a insistir con teorías falaces? ¿Por qué se habla en los medios masivos y académicos con profundos agujeros conceptuales sobre el problema? Veremos que esto posiblemente tenga que ver en parte con “caprichos académicos” (por llamar así a la necesidad de mostrarse “heterodoxo” y con opiniones “de avanzada” o “progresistas”), y en parte con oscuras justificaciones de políticas económicas insanas.

Antes de hacer una recorrida por ellas, es menester hacer una conceptualización de la Inflación como fenómeno. ¿Por qué es necesario?  Si no se describe y caracteriza lo que queremos explicar, se cae en el peor de los errores: disparar posibles razones que solo pueden cubrir una parte del fenómeno.  Esto es muy común en la Ciencia Económica, y diría que la principal fuente de controversias.  En realidad, muchas veces, se habla de fenómenos distintos con el mismo nombre.  Y la conclusión lógica es que sus explicaciones sean también distintas.

¿Qué es la inflación?:

Es un trastorno de la moneda, que implica la degradación de su valor o poder de compra.

Se manifiesta como el aumento generalizado y sostenido de todos los precios de la economía.  Deben cumplirse las dos características para hablar de inflación.  Si no, estamos hablando de otro fenómeno diferente (variaciones estacionales, cambios en los precios por razones de oferta y demanda, etc.).

Se dice que es “generalizado” porque afecta a todos los precios de la economía.  No necesariamente en forma igual en el corto plazo, aunque en el mediano / largo plazo se puede observar cierta correlación en los incrementos.

Se dice que es “sostenido” porque tiende a ser continuo en el tiempo, manifestándose en períodos los suficientemente extensos para diferenciarlos de los movimientos relativos o estacionales de precios.

Estas condiciones son muy importantes. Y como vamos a ver, en general, las diferentes teorías no pueden resistir la explicación de ambas características por sí mismas.  No pasan la prueba de la lógica, cuando se las proyecta en el tiempo, soliendo caer en situaciones incongruentes.

Tampoco debe confundirse la Inflación con un “Índice de Precios”.  La inflación es un concepto. Un índice de precios nos muestra en forma aproximada (dependerá de la manera que está elaborado ese índice y en especial de la cantidad de bienes que incluya) la dinámica y la velocidad de la Inflación.  Pero una es la enfermedad, el otro es el termómetro.  No hay que confundirlos.

Empecemos con las razones.

Ing. Álvaro Alsogaray (1913-2005). 40 años explicándonos la Inflación. Nos entró por un oído y salío por el otro.

La teoría de la Inflación Estructural:

Esta teoría posiciona a la Inflación como un problema de inflexibilidad

de costos y de “estructuras” o componentes económicos. Está relacionada con las corrientes estructuralistas. Básicamente explica la Inflación a través de una cierta rigidez a la baja de los costos y de cambios de “estructuras” que también empujan en forma constante la suba de costos, y como consecuencias, los precios.

No explica muy bien como se puede ingresar en un ciclo permanente de cambios de “estructuras”, para darle la continuidad del fenómeno en el tiempo, tal como vimos. Y tampoco es clara la teoría respecto a los mecanismos de propagación en el resto de los precios de la economía.

Claramente, cuando ensayamos la explicación en el largo plazo y en períodos agudos de Inflación, sufriríamos una escasez de circulante dado que la misma cantidad de moneda no puede abastecer a una economía que ha elevado los precios de todos sus bienes y servicios. Esta situación no se observa en los procesos inflacionarios.  Por lo que la teoría fue complementada con el concepto de “oferta monetaria pasiva” para salvar de alguna forma esta situación.  Acá es donde se cae la teoría: si las anteriores razones “estructurales” requieren de “algo mas” para que puedan explicar la Inflación, se debería poder identificar que participación tiene ese “algo mas” en el fenómeno a explicar.  En otras palabras: ¿que pasa si no se produce esa “oferta monetaria pasiva”? ¿Habrá inflación de todos modos?  Por otro lado, este extraño concepto de “oferta monetaria pasiva”, posiciona el hecho (la decisión de emitir por parte de una autoridad monetaria), como una especie de respuesta consciente a un deslizamiento de precios observado. Una visión por demás irreal.  La expansión de la base monetaria obedece a necesidades de cobertura de déficit públicos por lo general. No hay nadie midiendo cuanto aumentaron los precios para salir a emitir “en auxilio de la economía”.  En definitiva, una especie de muleta un poco torpe para una teoría que no puede explicar la Inflación

Teoría de las expectativas:

Esta teoría explica el fenómeno como una especie de profecía autocumplida.  Los agentes económicos deciden aumentar sus precios porque piensan que eso es lo que va a suceder.  Y al hacerlo, se produce la Inflación, ayudada por el hecho de que también los salarios aumentan por demandas basadas en esas Expectativas.  Nuevamente, se daría la paradoja de la escasez de circulante que ya explicamos. O sea, no puede explicar el fenómeno en forma continua y sostenida.

En la próxima entrega estaremos recorriendo algunas teorías mas, y finalmente, haremos un análisis de lo que entendemos son las verdaderas y comprobadas causas de la Inflación.

Por favor,  continúa la segunda parte aquí:    Las Teorías sobre la Inflación – Parte II

Los Equivocados y los Destructores

Américo Ghioldi (1899 – 1984) fue un político y maestro argentino del Partido Socialista Democrático. Fue director del diario La Vanguardia. En las elecciones de 1931 fue elegido concejal de la ciudad de Buenos Aires, y en las elecciones de 1938 y 1942 fue elegido diputado nacional. En 1957 fue «convencional constituyente» que realizó la reforma constitucional de 1957. En 1963 fue elegido nuevamente diputado nacional por la Capital Federal.

Reiteradas veces, en mi infancia y mi juventud, pude oír a mi madre hablar muy bien de un político argentino ya desaparecido: Américo Ghioldi.   Lo curioso es que tal político pertenecía al Partido Socialista Democrático, y mi madre no compartió nunca esas ideas.  Eso me resultaba extraño.  No podía entender cómo se puede admirar a alguien con una ideología profundamente equivocada.

Muchos años después, caminando por la calle Austria en el barrio porteño de Recoleta, pasé por un local del Partido Socialista (uno de los últimos que perduraron), y me llamó la atención que el local se denominara “Biblioteca Popular”, a diferencia de los “Comités” de la Unión Cívica Radical, o las “Unidades Básicas” del Partido Peronista.   Adentro, las paredes estaban tapizadas de estanterías llenas de libros viejos y amarillos.  Todo el local lucía antiguo, polvoriento y con una luz tenue. Era una edificación antigua y en el centro del mismo, alrededor de una mesa, estaban sentados un grupo de septuagenarios custodiando su soledad, en un extraño, repetido y disciplinado ritual. Parecían lo últimos guardianes de algo que existió.

Ese creo que fue el momento en que cobró cierto sentido el particular cariño de mi madre por ese político.  Ella hablaba muy bien de él,  por su honestidad,  su coherencia a lo largo de los años.  Sus palabras “es socialista, pero de los buenos”, encerraba una división muy clara en su mente: la división entre quien piensa distinto por convicción y quiere legítimamente difundir su idea, convencer desde la racionalidad; y quien pretende exactamente lo contrario: que lo voten, pero sin pensar.

Hugo Chavez y Ricardo Lagos

Los liberales nos identificamos con una idea. Con un pensamiento. Con una forma de entender el mundo, la sociedad y el individuo.   ¿Quién es el centro de nuestra crítica? Lógicamente, quienes tienen una idea opuesta: el colectivismo en cualquiera de sus formas.  Quizás es hora de que completemos esa visión.  Quizás es hora de entender que hay un enemigo mucho más peligroso.  Un enemigo que rehúye la discusión ideológica, sencillamente porque no la considera importante para sus fines,  y porque sabe de antemano que es un terreno donde no puede (más bien no debe) transitar.

Alfredo Palacios y Juan D. Perón

La lucha de hoy ya no es contra una ideología, es contra “la no-ideología”.  Es la lucha contra quienes pretenden desactivar el pensamiento de los ciudadanos.   Reduccionistas natos,  que encuentran en el poder de las imágenes y actitudes simbólicas, la captación de un voto inconsciente.  Un voto emotivo e irracional.   Aquellos que necesariamente,  de acceder al poder,  harán lo imposible por propagar su mejor garantía de permanencia: la destrucción del pensamiento crítico y por ende, la educación.   No me refiero solo a la educación formal,  sino tamibén al rol educador de los medios y de la clase política en general.    Ese es el camino: medios adictos o idiotizantes que faciliten la imposición de falsas disyuntivas, para no acceder jamás a una discusión de ideas.    Sumergir durante horas de radio, televisión y redes digitales a la todo un pueblo, para que el único tema de conversación sea una interminable agenda de cortinas de humo.

Alfredo Bravo y Herminio Iglesias

Para estos verdaderos adictos al poder,  no hay ideología que valga. Cualquier colectivo (1) los deja bien,  dado que sus medidas de gobierno se acomodarán a la circunstancia,  y siempre tendrán un justificativo perfecto: son la obra maestra de un genio y por eso no tienen discusión posible.   Ellos mismos se reinventarán una y otra vez, alternativamente.  Diciéndose y desdiciéndose con un descaro insólito e insoportable para cualquier ser humano pensante.  Pero ya no importa, porque cada vez quedan menos “de esos pensantes”.

Eh aquí la clave de su peligrosidad: intentarán siempre torcer el sistema republicano y democrático, para perpetuarse en el poder.   Un socialista democrático que accede al poder, seguramente provocará algún grado de daño en la economía (dependiendo las posibilidades que haya tenido de llevar a la práctica sus erróneas ideas).  El funcionamiento del sistema democrático lo reemplazará y será una lección aprendida para los ciudadanos.   Es por eso que hoy miro, con cierto sentimiento de disculpa e indulgencia a un socialista de corazón.  Quizás, podamos coincidir en que, al fin y al cabo, un socialista es alguien simplemente equivocado; pero en cambio un populista, es un destructor infame y a consciencia.

 

(1) Autobús en Buenos Aires

Habla la Filosofía

Si me preguntan ¿de qué sirve la filosofía”?, ¿no es más útil es ocuparse de los problemas concretos y diarios?, ¡los de la vida real! “  Yo le contestaría: ¡Pero si de eso se ocupa!

La filosofía está presente todos los días, define los grados libertad en mi mundo laboral, mi educación, la de mis hijos, en los diarios, la radio, la televisión, en la internet y en mi bolsillo. Muchos de los políticos, economistas, legisladores y magistrados que determinan las políticas del país, basan su proceder en ideas de filósofos o pensadores que las desarrollaron muchos años antes, por eso es importante conocerlas y reconocerlas, ya sea para apoyarlas o refutarlas. Si desaprovecho ese “poder” que me da filosofía, cualquier farsante me llevará de la nariz de un lado para el otro.

Con algunos pensamientos simpatizo y con otros no, hasta me parecen dañinos cuando tratan temas de la vida, la verdad y la justicia de los hombres, pero la única forma de rechazarlos es conocerlos, así los podré ver cuando emerjan en los discursos buscando convencerme. Si no los entiendo, soy vulnerable a sus efectos.

Al sumar a mi experiencia lo que leí, escuché o estudié, se van moldeando algunas ideas, de forma más o menos consciente, hasta que se convierten en los principios que van dirigir mis acciones. Todas las ciencias tienen principios, son como una generalización donde se reduce un concepto con mucha información, son como verdades fundamentales. Si no los tengo claros, puedo ver qué cosas fracasan o tienen éxito, pero no sé por qué, entonces no aprendo la lección y vuelvo a tropezar con la misma piedra. A veces se desarrollan en forma caótica, hasta pueden contradecirse entre ellos y si es así, mostraré un comportamiento errático, chocando con la realidad, sin saber que actos son correctos y cuáles no

¿Cómo voy a saber qué hacer y qué evitar? ¿Y quién ordena y enmarca estos principios? Pues la filosofía lo hace.

Cada ciencia se ocupa de un aspecto particular. En el caso de La filosofía, estudia la naturaleza fundamental de lo que existe en el universo, al hombre y de la relación del hombre con esa existencia. Me invita a que tenga una mirada integrada de todo lo importante de la vida y que sirva como referencia para mis decisiones, mis formas de pensar y mis acciones.

Para abordar la Filosofía se la puede dividir en cinco ramas:

> La metafísica, que habla de la naturaleza del universo y su relación con el hombre, es decir la relación de éste con la realidad ¿Qué es real? ¿Cómo funciona la realidad?

> La epistemología, que estudia la teoría del conocimiento y los medios para adquirirlo ¿Cómo sabes lo que sabes? ¿Qué es el conocimiento? ¿Se puede tener certeza sobre lo que sabes? Estudia la investigación científica y su producto: el conocimiento científico.

> La ética, que ofrece una serie de criterios para que rijas tu vida. ¿Cómo debes vivir? ¿Cuáles deberían ser tus objetivos? ¿Qué es bueno, qué es malo? Estudia los posibles criterios morales.

> La política, que muestra las pautas con que se rigen el trato de los hombres entre sí; estudia la naturaleza de la sociedad y el papel del gobierno.

> La estética, que estudia el arte y la influencia en la consciencia de los hombres.

Si quieres sobrevivir en este mundo debes actuar tomando decisiones. Estas pueden ser guidas por un código de valores que te da filosofía que hayas elegido, razonando y meditando o haciendo lo primero que se te venga a la mente según la ocasión, experimentando respuestas en un proceso de ensayo y error, con total incoherencia. Intento decir que nadie nace sabiendo, cada valor necesita ser estudiado, descubierto, analizado.

Finalmente, la filosofía, usando la razón y la reflexión filosófica, es la que me permite luchar contra mis enemigos internos como los prejuicios, la irracionalidad y el pragmatismo cómodo, que me lleva a soluciones de corto plazo. Además, me provee de una postura intelectual, basada en el conocimiento interior y universal, que me haga sentir orgulloso de mantenerme competitivo ideológica y moralmente en el mundo actual.

Y si no te ha parecido importante todavía, es porque no has descubierto una gran verdad:  las personas piensan distinto porque en el fondo responden a bases filosóficas diferentes.   Aunque generalmente, no lo saben.  No te quedes en la superficie. Hora de bucear en las profundidades de tus convicciones.

El riesgo de politizar la biología

Como en una especie de competencia, un medallero olímpico; el gobierno se empeña en mostrar estadísticas, expuestas desde diferentes lados, tomando a veces como base los casos detectados, otras veces la población total, etc.; dependiendo de cuan favorable sea una u otra en ese momento.

Pero los momentos pasan.  Y la mayoría de las curvas en los países se están estabilizando, en forma mas o menos independiente del camino que tomaron (“super-cuarentena”, “cuarentena-light”, “ultra-hisopado”, “cero-cuarentena”, y todas las variantes que se puedan ocurrir).   Todo parece indicar que habiendo tocado un techo, el tema empieza a amainar. Y si bien es temprano para sacar conclusiones, en la medida que pasan las semanas, nos aproximamos a ese momento.  Quizás a fin de año se pueda hacer una evaluación un poco mas objetiva sobre quien acertó el camino y quien no.

Presidente Alberto Fernandez advirtiendo a la población sobre la importancia de la cuarentena.

Pero Argentina, como de costumbre, va a contra-marcha del mundo.  El discurso del gobierno se enfoca a una disyuntiva: la economía o la vida.   E instala que la destrucción económica de la cuarentena prolongada, tendrá su justificación plena dado que reduciremos las muertes. Pues bien, ayer superamos la cantidad de muertes de Suecia (si, aquel país que el Presidente, en su alocución del 8 de mayo, dijo que era el ejemplo de lo que está mal hecho).   Y que significa eso:  NADA. Realmente, nada. Porque cualquier cosa que digamos (por ejemplo, que Suecia tiene la cuarta parte de los habitantes de Argentina y por lo tanto seguimos estando mejor), es una conclusión de hoy, pero que mañana puede ser diferente.  Es mas, cuando mas pasan los días, pareciera que la caprichosa bilogía se empeña en emparejarla mas.  Ni que hablar si comparamos las pirámides poblacionales de ambos países.  Veremos que en Argentina hay una proporción de menores de edad mucho mayor. Con lo que ni siquiera es válida las comparaciones basadas en cantidad de población.  Si vamos al caso, visto así, pareciera que los países africanos fueron los mas exitosos.   Haciendo “doble click”, sus estadísticas dejan mucho que desear, y su población mayor de edad es muy baja.

aún corremos el riesgo de lograr lo peor de la falsa disyuntiva:  muchas muertes y una ruina económica superlativa. Ambos a la vez.

Lo que si es cierto, es que para muchos países, la partida parece estar concluyendo, con el resultado que se ve. En cambio, para la argentina, luego de 5 meses de destrucción económica, todavía esta todo por verse.  No sabemos si realmente la síntesis final será mas o menos positiva que en Suecia. Es mas, aún corremos el riesgo de lograr lo peor de la falsa disyuntiva:  muchas muertes y una ruina económica superlativa. Ambos a la vez.

La difrencia entre «todo bien» y «todo mal» se redujo en forma importante en 3 meses. Y todo indica que en los próximos meses se diluirá mas aún. ¿Hora de hablar de otra cosa?

Que es esencialmente diferente en el enfoque de Argentina versus otros países. En todos los casos la reacción inicial fue mas o menos igual: cierre de fronteras, cuarentena, etc. El desborde hospitalario del norte de Italia, fue la muestra que se necesitó para entender que había que tomar medidas. Pero a diferencia de Argentina, en la mayoría de los países enfocaron el problema no como un problema de “evitar los contagios”, sino mas bien como un problema de logística y preparación de las capacidades hospitalarias. No habiendo una cura, ni una vacuna, el problema pasa a ser una carrera entre los que necesitan hospitalizarse y la cantidad de plazas. De hecho, la estadística que era noticia en otros países no era la cantidad de contagios, sino el porcentaje de ocupación de camas en los hospitales.

Por esa razón, las restricciones duraron cerca de tres meses en promedio en la mayoría de los países.  No porque se terminaron los contagios o se fue la enfermedad. Es porque ese fue el plazo que necesitaron para ampliar y aumentar la capacidad.  Verificado que el porcentaje de ocupación ya no crecía, lógicamente dieron por terminada la situación de emergencia.

¿Y que pasó en Argentina?.  Bueno, en 5 meses aún no tenemos certeza sobre la capacidad hospitalaria. Todavía puede desbordarse. Pareciera que toda la efectividad que hubo en la cuarentena faltó en la logística. Con lo que la cuarentena perdió su principal motivador: el “tiempo necesario para prepararnos”.   Lisa y llanamente porque parece que el tiempo no se usó para eso.  Sin desmerecer lo que implica habilitar 1300 camas en provincia de Buenos Aires y 500 camas en Capital Federal (no hablamos solo del equipamiento, sino también del personal necesario), no parece un esfuerzo a la medida de la cuarentena.  En realidad, teniendo en cuenta la cantidad de estudiantes de medicina, y personal de la salud que puede ser recapacitado para la emergencia, cuanto menos, faltó imaginación, además de organización y eficiencia.  Tener ahora un desborde hospitalario, además de criminal, es el peor de los negocios que puede haber hecho el país.

Quizás un poco tarde, esta inconveniencia de usar un hecho biológico en forma política empieza a ser advertida por el gobierno, que rápidamente está empezando a mudar “de agenda” a otros temas. Sin embargo, se han ocupado de instalar demasiados números.  De hacer demasiados cuadros comparativos.   Y ahora, prisionero de sus palabras, podría llegar a venir la peor parte:  la venganza de la biología y su aliada, la ciencia estadística.

Dioclesiano y el «paleo-peronismo»

Quizás parezca extraño, pero el peronismo existe desde mucho antes que Perón. Si es un reciente descubrimiento basado en sólidas pruebas. Se trata de uno de los mas importantes Emperadores de Roma, cuyo gobierno de unos 20 años (284 al 305 D. d C.) tuvo una impronta “familiar” para los argentinos.

Proveniente de las filas del ejército, ascendió al trono en forma oportunista. Su acción de gobierno se caracterizó por una entronización de su figura como la de un “salvador”. Se apropió de logros de sus predecesores, intentando borrar la verdad histórica, y sustituyéndola por falsedades para vanagloriar su imagen de “restaurador” de la paz y la estabilidad, por comparación con las “oscuras épocas” anteriores.  El culto a su persona (y la de sus Co-Emperadores nombrados por él) fue acompañado por una nueva imagen cuidadosamente diseñada para resaltar su poder absoluto.

Diocleciano adoptó el uso de coronas de oro y joyas

Reabrió grietas reanudando la persecución a los cristianos. Subvirtió las instituciones, generando un nuevo orden autocrático con prescindencia del Senado.  Además, dividió a su corte por funciones de gobierno (inaugurando algo así como ministerios) y fraccionó la administración del imperio en unidades territoriales mas pequeñas, duplicando la cantidad de gobernadores locales, y consecuentemente la cantidad de funcionarios.  Esto últimos crecieron en forma notable, lo que unido a un crecimiento muy importante de la cantidad de soldados, y un programa de obras públicas al mejor estilo “Plan Quinquenal”, cambió drásticamente la necesidades de financiamiento del Estado.

Esta nueva necesidad de fondos para el Estado lo llevo a crear una reforma impositiva, generalizando los impuestos y elevándolos.  En definitiva, aumentó la presión tributaria de manera agobiante.  Esto expandió aún mas una importante burocracia “controladora”, para garantizar la afluencia de recursos desde todo el imperio.

El «Argenteus». Una de las monedas de menor calidad creadas por Dioclesiano. Desde el pasado nos honra con el nombre.

En definitiva, cambió la estructura económica del Imperio, haciendo pesar las necesidades de sostenimiento de un Estado aumentado varias veces. Pero si el lector aún no se siente identificado y “en familia”, espere,   ahora viene lo mejor: inventó la inflación.  Si, como lo lee. Es que recurrió a una “reforma” monetaria, introduciendo nuevas monedas de “menor peso” y de plata y cobre en vez de oro.  Entre ellas, creo el “argenteus” (evidentemente, nos presentía).  Como era previsible, la reforma apuntada a crear dinero circulante sin respaldo, terminó generando inflación y hasta se llegó a acuñar moneda con menor valor nominal que el metal que las formaban.    Bueno, no se había inventado aún la arandela. En eso los argentinos si aprendimos a darle usos alternativos.

Pero no termina aquí el descalabro.  Acusó a la insaciable avaricia de los mercaderes como la culpable del aumento de los precios., y saco un “Edicto sobre Precios Máximos”. Como era de esperar, no funcionó. Igual que ahora (aunque seguimos insistiendo). Hubo mercado negro, persecuciones, etc. En fin, lo que Ud. ya conoce.

¿Y cómo fue su final? Curiosamente muy diferente a los de predecesores.  Fue el primer Emperador que se retira del poder antes de morir o ser asesinado.  Se autoexilia, pero sigue influyendo e intrigando durante algunos años, mientras ve desde lejos el caos en que se debaten sus sucesores.  Y por si esto fuera poco, se oían voces de clamor popular por su regreso.

Como yo sé lo que Ud. está pensando se lo aclaro de antemano:  no hay ninguna evidencia que usara el símbolo de la “V” con sus dedos como gesto. Ni él ni sus seguidores.  Pero, solo le faltó eso.

Tributo a Ray Bradbury

Ray Bradbury (22/8/1920 – 12/6/2012), pidió como última voluntad que sus cenizas fueran llevadas a Marte, aunque sea en una lata de sopa Campbell’s.

Debería tener unos 15 años cuando cayó en mis manos el primer libro que leí de él:  Crónicas Marcianas.  También fui al cine a ver una muy pobre versión del libro (dirigida por Michael Anderson en 1980, con Rock Hudson).  Hoy los disculpo. Es muy difícil de llevar al cine un libro tan genial.  Los seres humanos actuando de invasores (haciendo el papel inverso al que estamos acostumbrados en la ciencia ficción), sencillamente atrapante.

Inmediatamente leí “El hombre ilustrado”, “las Maquinas de la Alegría”, “el vino del Estío”, “El país de Octubre”.  En fin, tantos cuentos, tan magistralmente desarrollados en apenas unas pocas páginas.  Fue un escritor que supo sumar al mero entretenimiento de una historia, poderosos mensajes.  Sin duda, uno de los que mas me impactó fue Fahrenheit 451. Cuando lo leí, no sabía que estaba basado en los episodios de quema de libros de los Nazis.  La idea de que el futuro puede depararnos una dictadura aceptada pasivamente a través de un “estupidización masiva” por medio de la televisión (en una versión interactiva francamente premonitoria) y de los fármacos; nos muestra que el concepto arraigado en los tiranos y autoritarios puede viajar a través del tiempo y de la historia bajo nuevas formas.  Eliminar la reflexión, aplastar las ideas y destruir la educación para dominar la voluntad del hombre. Una versión remozada de “pan y circo”.

Fahrenheit 451 (versión dirigida por François Truffaut –1966)

“Tranquilidad Montag. Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones mas populares, o los nombres de las capitales de Estado, o cuanto maíz produjo Iowa el año pasado. Atibórralo de datos no combustibles, lánzales encima tantos “hechos”, que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a la información. Entonces, tendrán la sensación de que piensan” (vale la pena aclarar que fue escrito en 1953, cualquier parecido con la realidad, va por cuenta del lector….)

Fahrenheit 451 nos lleva a un hipotético Estado fascista en el que un cuerpo especial de bomberos se ocupa de la quema de libros, como símbolo de la quema de la cultura. Nos advierte y alerta sobre la amenaza a la libertad mas esencial del hombre: la libertad de pensamiento.

Ray Bradbury no solo escribió libros. Tiene obras de teatro, guiones cinematográficos y hasta un capítulo de la serie de televisión “La Dimensión Desconocida”. Quizás pocos sepan que también ha escrito otro tipo relatos que no son de ciencia ficción. Entre estos destaco “El Lago” (1) . Si bien puede catalogarse como un cuento fantástico, utiliza la fantasía para mostrarnos con una sensibilidad notable que los sentimientos de un niño permanecen en nosotros hasta nuestra vida adulta.

Vaya en el centenario de su nacimiento, el humilde agradecimiento de quienes hemos disfrutado tanto su obra, que no podemos pensar en Marte, sin asociarlo a su nombre.

(1) Cuento «El Lago» en español:  https://www.narrativas.com.ar/el-lago/

Claves del Sistema de Libre Mercado: el “Precio” – Parte II

Como mencionamos en nuestra primera entrega del concepto de “Precio”, el mismo es determinado por una necesidad o preferencia del consumidor, quien decide o no pagar por un bien o servicio.  O comprar o menos.    Mas allá de la consideración acerca de la supuesta “justicia o injusticia” del mecanismo, típica de quienes repudian el sistema de libre mercado,  en este artículo analizaremos las criticas mas habituales que pretenden negar la validez de la teoría.

Nuevamente, dejamos afuera la supuesta “inmoralidad del mercado”, dado que dicha critica no rechaza la teoría, sino que solo la considera “injusta”. Y esa discusión es mas abarcativa que el precio en sí.  Es una discusión acerca del Sistema de Mercado en sí, su eficiencia, su ética y sus beneficios como sistema económico.

La crítica al concepto de “competencia”

Una crítica habitual a esta teoría de formación de precios es que los precios no son “comparables” dado que, excepto ciertos bienes fungibles (normalmente conocidos como “comodities”, como el trigo, el oro, etc.), los distintos productos y servicios se diferencian entre sí, lo que los torna incomparables. De esa forma y sin capacidad de elección, el consumidor es “víctima” de un oferente.    Este pensamiento es otro error muy común y la realidad se encarga de descartarlo categóricamente.   Es cierto que no será lo mismo para mí contratar al mejor electricista (con probadas y muy conocidas referencias) que uno desconocido.  Probablemente esté dispuesto a pagar un poco más por ello.   Eso no quiere decir que el electricista prestigioso y renombrado pueda cobrar lo que se le ocurra.  Hay un punto límite para ese precio, más allá del cual estaré dispuesto tomar el riesgo de contratar al desconocido.   De esta forma, la existencia de ofertas que, si bien no son iguales, son alternativas o sustitutas realizan una competencia indirecta.   En otras palabras, la disposición que tenga de pagar por aquello que es de mi preferencia, tiene un valor, una “prima” a pagar, más allá del cual, ya no estaré dispuesto a asumir la diferencia.

Los Monopolios y los precios

Otro caso que puede esgrimirse en contra de esta teoría de determinación de los precios, es la de los oferentes monopólicos.  Estos casos son los preferidos por los detractores del sistema de Economía de Mercado, basando toda la crítica en forma reduccionista sobre estos casos.    Más allá de que las situaciones monopólicas existen, cabe aclarar que la mayoría de las veces, los monopolios están vinculados a normas, leyes o a la acción del Estado vía alguna protección o concesión especial. Esto de por sí, nos deja afuera de la Economía de Mercado.    Pero aún, supongamos que se trata de uno de los atípicos casos donde una empresa consigue, por sus propios méritos, controlar en forma exclusiva un mercado.  Bien, lo cierto es que hay algunos aspectos por los cuales esta situación podrá ser, en el mejor de los casos, transitoria y limitada:

    1. Cuando el monopolio en cuestión aumenta el precio más allá de cierta percepción de los demandantes, como ya dijimos, empiezan a funcionar los “sustitutos”. Aun cuando sean parciales, el empuje de los precios de un monopolio termina desarrollando otros mercados paralelos que le reducen la demanda.
    2. La misma percepción de “sobre-precio” (y la sobre utilidad consecuente), genera un mayor interés por otros competidores de ingresar a ese mercado. En situaciones normales (sin restricciones de tipo gubernamental), esto generará un ingreso mas o menos rápido de nuevos competidores atraídos por esa sobre-utilidad. Es fundamental aquí resaltar que un sistema de libre mercado no debe tener restricciones al ingreso de nuevos oferentes. Es una condición básica inherente al sistema.  Sin esa condición, no hablamos de un Sistema de Libre Mercado.
    3. Se observa con mucha frecuencia que la acción de un monopolio genera un poderoso imán para la creatividad de oferentes de otros mercados que pretenden dar respuesta a la necesidad de los consumidores, pero no con el mismo producto o servicio que ofrece el monopolio, sino desde un lugar completamente diferente. Así, en la actualidad, los monopolios crean cada vez mas rápido competencia por “superación de la necesidad”. Esto puede ser a través de satisfacer una necesidad con una producto o servicio mas abarcativo (que incluye esa necesidad y otras mas); o por un abordaje superador de la necesidad (por ejemplo: el SMS fue reemplazado por el Chat, que nació en la PC y luego llegó al teléfono móvil y otros dispositivos).
IBM y Microsoft. Dos gigantes acusados en su momento de abuso de posición dominante. Hoy, deben competir y compartir (muchas veces en desventaja) el mercado donde supieron reinar.

La situación monopólica puede durar un tiempo mientras se producen los desplazamientos de demanda e inversiones requeridas que terminarán con la posición dominante del monopolio. Durante ese tiempo, el monopolio tendrá algún margen para manejar los precios con un impacto mas reducido en la demanda. Sin embargo, nuevamente, ese plazo no invalida la teoría, y al igual que en caso de la competencia imperfecta, ese margen opera en forma limitada.

El Marketing y la voluntad  

Es habitual escuchar en círculos ya mas alejados de la teoría económica, que la voluntad expresada por los consumidores, en realidad, está “anulada” o “desviada” vía la publicidad y el marketing, que inducen a las personas a comprar sin seguir la mas mínima racionalidad. Por lo que en la práctica, los conceptos de “necesidad” y “preferencia” están manipulados y por lo tanto no responden a una “libre elección”.  Estas teorías que niegan el libre albedrío de los consumidores, aún cuando pudieran tener algún atisbo de verdad, en realidad no invalida la teoría por varias razones.  La primera y principal es que la publicidad afecta una parte de las decisiones en la economía (la del consumo minorista de las personas).  No aplica claramente a la transaccionalidad a nivel empresarial ni bursátil.  Con lo que, en todo caso, podemos apenas asemejar su efecto a un refuerzo de situaciones de competencia “imperfecta” como los ya mencionados, y restringidos a algunos bienes de consumo personal.

Conclusiones:

Como puede verse, la comprensión del mecanismo de determinación de precios en los mercados, pasa por el desarrollo de los conceptos de necesidades y preferencias de los consumidores. Aquellos intentos por definir el precio como productos matemáticos relacionados con sus costos y las conductas mas o menos arbitrarias de los oferentes, fallan dado que no pueden explicar la realidad.  Y es que la mejor explicación de un precio como concepto es que es una “síntesis”,  un punto resultante de múltiples fuerzas que operan al mismo tiempo. Para entenderlo hay que pensar en un fenómeno físico, de varias cuerdas atadas todas desde un extremo, con varios actores tirando de cada una de ellas, armando una estructura de rayos con un centro (el precio). Los actores son:  el consumidor, su necesidad concreta o urgencia, sus preferencias o gustos, el oferente, su nivel se stocks, su intención de vender mas unidades, etc.  La estructura de “rayos” que se arma es inestable, su centro (el precio resultante) se mueve y tiene que ver con que en ciertos momentos algunos actores tiran mas que otros.  Pero es imposible predecir en un modelo matemático donde quedará el centro de esa estructura y por cuanto tiempo.

Bien, hasta aquí una somera discusión de la teoría de formación de precios.  Y, basado en ella abordaremos en próximos artículos otros aspectos sobre el sistema de libre mercado.

Claves del Sistema de Libre Mercado: el “Precio” – Parte I

Existe una tendencia muy generalizada (incluso en aulas universitarias) a sostener que el precio de un bien o servicio es una resultante matemática de la sumarización de sus costos de producción, más un porcentaje de ganancia.

Nada más alejado de la realidad.  Es curioso que aún hoy se discutan los mecanismos de formación de precios.  Podrán no ser del agrado de algunos por pre-conceptos ideológicos, pero lo que no puede es discutirse la realidad de su mecánica.  Para comprender el concepto de precio para un mercado dado, uno de mis ejemplos predilectos es el del “valor de un vaso de agua”.

El valor de un vaso de agua:

¿Cuánto cobran por el vaso de agua que acompaña un café, en un bar? Estimo que nada. O casi nada.  ¿Cuánto vale una botella de agua mineral,  de 400 cm cúbicos?  No mucho.  Personalmente no estoy dispuesto a pagar mucho por ella. Diría que  mucho menos que una copa de  vino, por ejemplo.   Todos estaríamos de acuerdo. Ahora bien, ¿cuánto estarías dispuesto a pagar por un vaso de agua en el desierto, si de ese vaso de agua dependiera tu vida?  Verdad que pagarías,  digamos… ¡cualquier precio!   Obviamente sí. Todos tus bienes, y más.

Este ejemplo extremo nos demuestra que en realidad,  el precio está en función de la situación, el lugar, los oferentes, el grado de preferencia de los demandantes. En definitiva, de la necesidad expresada por uno o mas consumidores en un momento y en un lugar dado.  Todo eso junto es, lo que conocemos como “Mercado”.  Quien puso en evidencia esa subjetividad del valor por primera vez fue Carl Menger (1840-1921).

El problema Moral:

Claro, acá aparecen las primeras voces en contra que dicen que ese tipo de cosas constituye una aprovechamiento, una explotación de la “necesidad” de ese pobre hombre sediento. ¡Una inmoralidad! ¡Una especulación vil!  Más allá de esas opiniones (que ya vamos a abordar), no cambia el postulado a demostrar en cuanto a la formación de los precios. El precio se determina en base a las necesidades y preferencias de consumidores (o demandantes) que concurren a un mercado donde hay oferentes dispuestos a satisfacer a esa demanda.

No faltará quien quiera obligar a vender un vaso de agua en el desierto a un “precio razonable”, para evitar este aprovechamiento vil de la necesidad de los pobres sedientos.   Pero,  ¿cuál es el “precio razonable” de ese vaso de agua?  El oferente debió esperar pacientemente la llegada de un sediento, tuvo que llegar hasta allí con el agua e instalarse, debió conservar de alguna manera el agua sin que se evapore, sustentarse a sí mismo y la infraestructura necesaria. Todo esto no estuvo exento del riesgo a que una habitual tormenta de arena destruya todo e incluso ponga en peligro su integridad física. ¡Y finalmente, el propio riesgo de que no aparezca ningún sediento!

En plena pandemia del COVID19, el petróleo, por primera vez en la historia tiene valor negativo. Una prueba contundente de que lo que sobra, no vale.

Transporte, infraestructura, riesgo, tiempo de espera.  Todo eso para poder ofrecer el vaso de agua. Pensándolo un poco, empieza a cobrar cierto sentido el precio exorbitante. ¿Y cómo podemos hacer para resumir todos estos factores en un simple vaso de agua?  Nos adentramos aquí en uno de los errores mas habituales de las “mentalidades controladoras de precios”: su falta de entendimiento sobre lo que es una ganancia razonable.  Al ignorar factores como el riesgo, la probabilidad de fracaso, la frecuencia de venta (o volumen de venta); terminan estableciendo “precio razonables” que en la práctica no lo son, con el correlato lógico: la desaparición de esa oferta. O sea, para este caso: nadie ofrecerá un vaso de agua en el desierto, porque sencillamente no es conveniente (no tiene sentido económico).  En definitiva, el problema del “precio razonable” es un tema “subjetivo” y son los consumidores quienes terminarán zanjando el problema comprando mucho, poco o nada.

Bien, hasta aquí hicimos una descripción de la teoría de determinación de los precios. Abordaremos en nuestra próxima entrega las objeciones mas habituales a esta teoría.

Por favor, continúa la segunda parte aquí:  Claves del Sistema de Libre Mercado: el “Precio” – Parte II

 

Kakistocracia, la evolución de la democracia en Latinoamérica

Seguramente, alguna vez se han tomado la cabeza exclamando ¡¿Cómo puede ser que esta gente esté a cargo y tome decisiones?! Pues bien, quizás, un término poco conocido nos pueda hacer meditar sobre una posible respuesta.

Es un neologismo que proviene del griego kákistos, superlativo de kakos (malo, vil, incapaz, innoble), “pésimo, el peor de todos”, y krátos, “fuerza o poder”. En el Diccionario de sociología de Frederick M. Lumley, en su primera edición del año 1944, se incorpora la definición del término “kakistocracia”, que dice: “Gobierno de los peores; estado de degeneración de las relaciones humanas en que la organización gubernativa está controlada y dirigida por gobernantes que ofrecen toda la gama, desde ignorantes y matones electoreros hasta bandas y camarillas sagaces, pero sin escrúpulos” (si esta definición no le cabe a algún gobierno de la región, estimado lector, usted no es de estas latitudes).

Jorge L. García Venturini

El filósofo argentino Jorge L. García Venturini, en un artículo publicado en 1974, definió a la “kakistocracia” como el gobierno de los peores, de los gobernantes, legisladores y jueces más incapaces y corruptos, así como también el de los dirigentes con las peores ideas y políticas económicas, con turbios antecedentes, con frágil moral y ausente capacidad. La “kakistocracia”, agregaba, es un sistema que busca perpetuarse a sí mismo, con tendencia a nivelar hacia abajo, apartando a los mejores y aplaudiendo a los peores. Sustituye la calidad por la cantidad siguiendo la línea del menor esfuerzo. Posteriormente, Michelangelo Bovero, profesor de la cátedra de filosofía política de la Universidad de Turín, en su libro del 2001 Una gramática de la Democracia, amplió la definición de “kakistocracia” a la combinación de la tiranía, la oligarquía y la demagogia, dando el peor de los gobiernos, plutocrático-demagógico-autoritario. Aclaraba que su basamento principal era la idiotización mediática de grandes masas electorales (y dígame si, a esta altura, no se le dibujó algunos de nuestros célebres gobernantes).

«Es importante comprender que, aun cuando se trate de un gobierno Demagógico, para ser Kakistocrático, este debe además estar formado por los peores».

Este fenómeno puede ser observado en varias partes del mundo a lo largo de la historia, en representantes autoritarios poco aptos para la función pública que seducen a mayorías votantes acríticas e incondicionales. En general, manifiestan algunas de las siguientes características: deshonestidad, improvisación, voluntarismo, que prometen sin cumplir, que no quieren perder privilegios ni pagar costos electorales, que se ocupan de sus intereses particulares, que alientan las regulaciones, los monopolios y la burocracia porque son una fuente de ingresos potenciados por la corrupción y la impunidad, que se ausentan frente a las responsabilidades y que trabajan con desgano, que no intervienen ni proponen.

Aristóteles

¡Pero atención! ¡No confundir! No hablamos de demagogia (ya identificada por Aristóteles como la forma “impura” de la democracia). Es importante comprender que, aun cuando se trate de un gobierno Demagógico, para ser Kakistocrático, este debe además estar formado por los peores. La peor parte de la sociedad. Aquellos menos capacitados para gobernar en todo sentido. Ese sustrato es el elemento principal. Es como ingresar a un curso, preguntar “¿quién es el peor alumno?”, y, al que levanta la mano, sin más, ponerlo de profesor.

Si consideramos que el nivel de representantes es un emergente de nuestro voto, sin duda, la falla es nuestra. Tal vez no le damos toda la importancia necesaria por no tener el nivel de educación adecuado, por ser ingenuos y confiados, por no querer escuchar la verdad, porque votamos por la imagen, la simpatía, al que tiene dinero, amigos en el poder, al que posee un “apellido”, al manipulable o al más flexible. También hemos vendido el voto al que nos regala cosas o puestos. Sin embargo, sospecho que la razón principal es que tenemos pereza o desinterés de investigar y conocer los valores del candidato.

A veces, cuesta creer que nuestros gobernantes sean quienes son. Nuestra clase política, esa casta de indisimulable ignorancia e inmoralidad flagrante, no parece habitar en nuestros espacios habituales de vida. Medítelo un instante, estimado lector. Yo no conozco gente de semejante calaña en mi trabajo, en mi club, entre toda la órbita de mis conocidos. Y usted seguramente tampoco. A veces, pienso  “habiendo tanta gente capaz en mi país, ¿cómo puede ser que ni una de esas personas esté en la política? ¿Qué extraño designio los expulsa, o no es capaz de atraer ni a uno solo de ellos a la función de gobierno?” Simplemente, hemos cambiado nuestra forma de gobierno, sin siquiera darnos cuenta: hemos instaurado una “Kakistocracia”.

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