Como en una especie de competencia, un medallero olímpico; el gobierno se empeña en mostrar estadísticas, expuestas desde diferentes lados, tomando a veces como base los casos detectados, otras veces la población total, etc.; dependiendo de cuan favorable sea una u otra en ese momento.
Pero los momentos pasan. Y la mayoría de las curvas en los países se están estabilizando, en forma mas o menos independiente del camino que tomaron (“super-cuarentena”, “cuarentena-light”, “ultra-hisopado”, “cero-cuarentena”, y todas las variantes que se puedan ocurrir). Todo parece indicar que habiendo tocado un techo, el tema empieza a amainar. Y si bien es temprano para sacar conclusiones, en la medida que pasan las semanas, nos aproximamos a ese momento. Quizás a fin de año se pueda hacer una evaluación un poco mas objetiva sobre quien acertó el camino y quien no.
Pero Argentina, como de costumbre, va a contra-marcha del mundo. El discurso del gobierno se enfoca a una disyuntiva: la economía o la vida. E instala que la destrucción económica de la cuarentena prolongada, tendrá su justificación plena dado que reduciremos las muertes. Pues bien, ayer superamos la cantidad de muertes de Suecia (si, aquel país que el Presidente, en su alocución del 8 de mayo, dijo que era el ejemplo de lo que está mal hecho). Y que significa eso: NADA. Realmente, nada. Porque cualquier cosa que digamos (por ejemplo, que Suecia tiene la cuarta parte de los habitantes de Argentina y por lo tanto seguimos estando mejor), es una conclusión de hoy, pero que mañana puede ser diferente. Es mas, cuando mas pasan los días, pareciera que la caprichosa bilogía se empeña en emparejarla mas. Ni que hablar si comparamos las pirámides poblacionales de ambos países. Veremos que en Argentina hay una proporción de menores de edad mucho mayor. Con lo que ni siquiera es válida las comparaciones basadas en cantidad de población. Si vamos al caso, visto así, pareciera que los países africanos fueron los mas exitosos. Haciendo “doble click”, sus estadísticas dejan mucho que desear, y su población mayor de edad es muy baja.
aún corremos el riesgo de lograr lo peor de la falsa disyuntiva: muchas muertes y una ruina económica superlativa. Ambos a la vez.
Lo que si es cierto, es que para muchos países, la partida parece estar concluyendo, con el resultado que se ve. En cambio, para la argentina, luego de 5 meses de destrucción económica, todavía esta todo por verse. No sabemos si realmente la síntesis final será mas o menos positiva que en Suecia. Es mas, aún corremos el riesgo de lograr lo peor de la falsa disyuntiva: muchas muertes y una ruina económica superlativa. Ambos a la vez.
Que es esencialmente diferente en el enfoque de Argentina versus otros países. En todos los casos la reacción inicial fue mas o menos igual: cierre de fronteras, cuarentena, etc. El desborde hospitalario del norte de Italia, fue la muestra que se necesitó para entender que había que tomar medidas. Pero a diferencia de Argentina, en la mayoría de los países enfocaron el problema no como un problema de “evitar los contagios”, sino mas bien como un problema de logística y preparación de las capacidades hospitalarias. No habiendo una cura, ni una vacuna, el problema pasa a ser una carrera entre los que necesitan hospitalizarse y la cantidad de plazas. De hecho, la estadística que era noticia en otros países no era la cantidad de contagios, sino el porcentaje de ocupación de camas en los hospitales.
Por esa razón, las restricciones duraron cerca de tres meses en promedio en la mayoría de los países. No porque se terminaron los contagios o se fue la enfermedad. Es porque ese fue el plazo que necesitaron para ampliar y aumentar la capacidad. Verificado que el porcentaje de ocupación ya no crecía, lógicamente dieron por terminada la situación de emergencia.
¿Y que pasó en Argentina?. Bueno, en 5 meses aún no tenemos certeza sobre la capacidad hospitalaria. Todavía puede desbordarse. Pareciera que toda la efectividad que hubo en la cuarentena faltó en la logística. Con lo que la cuarentena perdió su principal motivador: el “tiempo necesario para prepararnos”. Lisa y llanamente porque parece que el tiempo no se usó para eso. Sin desmerecer lo que implica habilitar 1300 camas en provincia de Buenos Aires y 500 camas en Capital Federal (no hablamos solo del equipamiento, sino también del personal necesario), no parece un esfuerzo a la medida de la cuarentena. En realidad, teniendo en cuenta la cantidad de estudiantes de medicina, y personal de la salud que puede ser recapacitado para la emergencia, cuanto menos, faltó imaginación, además de organización y eficiencia. Tener ahora un desborde hospitalario, además de criminal, es el peor de los negocios que puede haber hecho el país.
Quizás un poco tarde, esta inconveniencia de usar un hecho biológico en forma política empieza a ser advertida por el gobierno, que rápidamente está empezando a mudar “de agenda” a otros temas. Sin embargo, se han ocupado de instalar demasiados números. De hacer demasiados cuadros comparativos. Y ahora, prisionero de sus palabras, podría llegar a venir la peor parte: la venganza de la biología y su aliada, la ciencia estadística.