El Libre Mercado de las Relaciones Personales

En las relaciones afectivas personales, sean estas de índole parental, de amistad, de pareja; las personas privilegiamos (en general en forma inconsciente) nuestros gustos. El entorno, la cultura, etc; contribuyen a definir nuestro involuntario “sistema de preferencias afectivo” que cada uno posee.  De la misma manera, estamos expuestos a que el otro/a, nuestra pareja,  amigos/as del club o de la escuela etc.; estén a gusto con nosotros.  De esa forma se logra una convivencia respetuosa desde y hacia los demás.

Podemos decir entonces que las relaciones afectivas tienen un “acuerdo entre partes”.  Este término junto a “sistema de preferencias” nos llevan y nos recuerdan lo que muchas veces leemos en los libros de economía, y vemos en la práctica en las transacciones comerciales.

¿Nunca se pusieron a pensar que una relación de esta naturaleza tan personal, tiene una lógica de mercado? Atención:  de libre mercado.   ¿Cómo es esto?.  Bien, veamos: ¿preferirías unos padres, hijos, amigos, pareja o sistema político que te robe, te maltrate, te pegue, te haga bullying o, en definitiva, no dé hacia tu persona lo mejor de ellos mismos? Y viceversa, ¿no es lógico que ellos estén esperando la mejor versión de ti mismo?  Podemos trasladar esta visión también a tus vecinos, ciudadanos en la vía pública o el político también.

En las relaciones humanas, no hay que esperar a que el otro te de algo que uno no esté dispuesto a ofrecer, primero hay que dar. Este es un sabio principio.  De la misma manera, citando a A. Benegas Lynch (h), “la oferta viene primero que la demanda”.  Por ende, ¿estamos dispuestos a dar (ofrecer en el mercado) lo mejor en nuestra relación con la familia, con nuestras amistades, en el trabajo, con tu pareja, en la convivencia social; y que, de esa manera, nos elijan (haya demanda), día a día? ¿Y los políticos, están dispuestos a ello?

Si lo sé, es un hilo muy delgado.  ¡A la familia no se la elige!, se puede decir.  Bueno, pero hasta un cierto punto. O, mejor dicho, cuando la oferta no funciona por un determinado tiempo, la relación también tiende a terminar, o al menos,  se hace mas lejana. Siempre habra una posibilidad de mejorar,  de reveer,  y de consultar ayuda especializada. Porque para los seres humanos, los vínculos personales y familiares, son probablemente la parte mas importante de nuestra vida.

La naturalidad de los mercados:

Lo desarrollado hasta aquí nos muestra lo parecido a las vinculaciones afectivas que son las situaciones de mercado, donde de manera voluntaria, las partes intercambian derechos de propiedad en una libre concurrencia donde ambas partes ganan.  Porque, en definitiva, ofrecer un bien o servicio a cambio de un valor económico sea este en moneda, especie o servicio, ¿no tiene su correspondencia en lo socio-afectivo? Podemos hacer una similtud, solo que nos intercambiamos valores afectivos, sociales, públicos, etc.

Fuente propia

¿No hay un continuo descubrimiento Hayekiano de transmisión de información? Pero en lugar de que ese intercambio sea a través de un “benchamarking” de productos y servicios, es en uno de pasiones, buenos modales, abrazos, sonrisas, reuniones sociales, agradecimientos, mejora en un servicio público; en fin; valores más caros aún a los individuos, que los meros valores económicos.

Cuando deseamos estar con esa persona que amamos, por su buen trato hacia nosotros, nos sentimos muy bien a su lado. Porque nos gusta en lo afectivo, en la convivencia, físicamente es atractiva/o, queremos compartir nuestro tiempo con ese ser. ¿No es eso la lógica retribución? ¿No es una oferta que estoy obteniendo? Y a cambio ¿no estaría también yo retribuyendo para que, esa interacción voluntaria y de descubrimiento se siga desarrollando?  Ahora bien, si aparecen momentos de desgano, o de destrato, o simplemente si ya no estaría alguna de las partes dando lo mejor de sí (oferta), el otro ¿estaría dispuesto a continuar en esta situación (seguiría demandando y ofreciendo)?  ¿Esa gratitud es una foto? ¿o uno debe esforzarse en una mejora continua?   La elección es una cuestión de voluntad personal. Siempre.

La maldita competencia, aquí también:

Y acá, ¿con quien se compite?  Bien, en principio, con nuestro propio pasado (y si, a veces los productos van decayendo en la calidad…). Lo bien que estábamos antes (¡que frase!). También observando y comparando una situación personal con el trato de otros padres, otros hijos, entre otros grupos de amigos, entre otras parejas, con otra pareja anterior, etc.

Siempre se dice que no se debe exigir amor si no lo hay.  Sabio, realmente. Y triste cuando el reconocimiento es mejor que el sufrimiento, pero las personas a veces deben continuar su “descubrimiento” por otro camino.

Y lo notable, es que hay economistas que piensan que no deba ser así. Creen que controlando la vida económica de los individuos y las empresas, se logra el bienestar general.  O lo que es peor, piensan que pueden reemplazar o interpretar sus preferencias individuales.  Tremenda contradicción.

Espejo de la vida real

Nadie puede obligarte a sentir lo que uno no siente.  Nadie puede obligarte a tener afectos. La vida es así de simple.  Somo animales libres que elegimos, siempre.  Con consciencia, o sin ella. Pero elegimos.  Y la política económica, ¿no se debería ir por el mismo carril que el resto de las actividades humanas?

Como en la vida personal, nadie puede tolerar la violencia, el bullying y la coacción. En los mercados tampoco. El matón que pide dinero a cambio de protección en China-Town no es el resultado de una libre transacción.  Es justamente lo que pasa cuando hay un déficit en el cumplimiento de la ley.  Recordemos, el libre mercado para ser tal debe además de autónomo, ser responsable, y este último punto nos lleva a normas, valores, un mecanismo por el cual el sistema fluya para no tolerar tales situaciones, y que se actúe de manera fidedigna para siempre proteger a la libertad de los individuos, nunca el colectivo (algún grupo social) puede estar por encima de este. Y si lo está, que el individuo tenga las herramientas en el sistema para ser protegido, como la igualdad ante la ley, y el resto de los infractores puedan ser penados con eficacia. Que se entienda que el sistema funciona, autónomo, si; sin reglas, no.

Mijaíl Gorbachov
“El mercado no es una invención del capitalismo. Ha existido durante siglos. Es una invención de la civilización”.

En una sociedad tanto en las relaciones socio-afectivas, como en la política misma, no podemos perder de vista la libertad, elegir con responsabilidad nuestras decisiones, sin coacción ni obligados a punta de pistola. Las mismas pueden cambiar (no son una foto estática), con la misma naturalidad que cambia nuestro sistema de preferencias (como proceso evolutivo continuo).

Finalmente, ¿son los mercados una entelequia diseñada por economistas? ¿O son mas bien la traslación de la propia existencia humana a las relaciones comerciales?  Podemos decir que es una forma “aséptica”, rodeada por teorizaciones elaboradas durante mas de 200 años, de ejercer lo mas natural que sabe hacer el hombre: relacionarse.  En realidad, existen desde que el hombre es hombre y solo los hemos convertido en doctrina, por una mera convención.