El Dilema de la Corrupción en la Política Argentina

La corrupción en la política argentina no es algo nuevo. Atraviesa a toda la clase política. Su dinámica, excede los partidos políticos y no para de asombrar a una sociedad que observa impávida como se naturalizan sus códigos.

“El ser humano es un animal con una tendencia biológica a la corrupción”, sostiene Luis Fernández, profesor de psicología en la Universidad de Santiago de Compostela y autor del libro Psicología de la corrupción y los corruptos, “con tendencia a lo que llamaríamos ser un free-rider, o un gorrón, a aprovecharse del sudor de los demás”, y, llegado el extremo, “a aprovechar cualquier cargo en beneficio propio”.

La corrupción, en especial, la corrupción “estructural” como la que sufre la Argentina, no es obra de una extraña maldición que azota a este país.  De un designio malvado que condena a esta región del mundo.  Tampoco es la obra (como muchas veces se dice) de una particular anomalía moral que reside en la mente o el espíritu de los argentinos.   Con absoluta certeza, se puede afirmar que si un japonés o un suizo, arriban a estas costas, empiezan actuar como argentinos mucho más rápido de lo que uno imagina.  De la misma forma, asombra ver a argentinos por el mundo, que residen en otros países, y se comportan de una forma completamente diferente a como solían comportarse en Argentina.

¿En que consiste la diferencia?

La clave de la corrupción estructural es sin duda el “sistema”.  El sistema jurídico basado en controles, reglamentos, autorizaciones, habilitaciones, etc.    Todo sistema donde la preeminencia de la firma de un funcionario público haga una diferencia a una persona, será por definición un sistema “proclive” a la corrupción. Es, por lo tanto, el nivel de estatismo e intervencionismo el que genera un “entorno propicio” a todo tipo de corrupción.  Pequeñas y grandes. Esto es una de las razones por la que los países con menos corrupción son aquellos donde el sistema de libre mercado se ejerce con mayores niveles de plenitud.  Otra consecuencia virtuosa del sistema liberal, pocas veces resaltada.

La psicología de la corrupción

Discutido este gran paraguas genérico, identificaremos su matriz individual y grupal. Básicamente, el camino que lleva a la corrupción es una combinación de:

  • Un entorno propicio.
  • Oportunidades.
  • Determinados tipos de personalidad.

Creación del Entorno Propicio para la corrupción política

Es fundamental que el corrupto o los corruptos dispongan de un entorno totalmente controlado. En donde la información no salga de su grupo, en donde cuántos menos sean los que dispongan la información más control y más seguros se sientan. Por otro lado, cualquier atisbo de moralidad o de conflicto interno que pueda desenmascarar el accionar del corrupto o del grupo de corruptos es atacado por personas que se auto consideran “superiores o jefes” y si la persona persiste en sus ideas es excluido del grupo con cualquier tipo de manipulación, cortándole el acceso a la información, ocultando sus críticas y difamándolo entre la mayor cantidad de gente posible hasta el punto de excluirlo formalmente o hasta que la persona o el grupo de personas se vayan por sí solas. También la información parcial y subjetiva y el miedo juegan un rol fundamental para controlar el entorno. La confianza, la obediencia y la falta de libertad de pensamiento crítico también es clave para que el entorno perdure en el tiempo.

Dícese de Persecución Política al conjunto de acciones represivas o maltrato persistente realizadas por un individuo o, más comúnmente, un grupo específico, sobre otro grupo o sobre un individuo, del cual se diferencia por la manera de pensar, opinar y/o por determinadas características políticas.

Oportunidades

Cuando el entorno propicio está perfectamente controlado se comienzan con pequeños actos de corrupción para ver de qué manera impactan en el grupo y para ir distribuyendo los beneficios de dichos actos. Si hay personas que se ofenden y critican se procede a justificarse de manera razonada y si no ceden en su postura se continua con la persecución política para excluirlas. También otras personas se pueden sumar al grupo y se les va suministrando información según la confianza que demuestren, su obediencia y las reacciones que vayan teniendo por la información que reciben.

“La corrupción muchas veces comienza con la idea de cometer una infracción una sola vez, pero si sale bien, si no es descubierto, hay un incentivo para incurrir de nuevo en esa conducta», explica Antonio Argandoña, profesor de Economía y titular de la cátedra ‘la Caixa’ de Responsabilidad Social de la Empresa y Gobierno Corporativo del IESE.

Tipos de personalidades

Las personalidades narcisistas y antisociales son las más propensas a la corrupción y son las que suelen encabezar los grupos de corruptos.  El rasgo predominante de la personalidad narcisista es el egocentrismo, es decir, utilizar a los otros para fortalecer su autoestima y satisfacer sus deseos.

La personalidad antisocial, por su parte, conlleva una frialdad emocional, una carencia de ética y un comportamiento basado en el engaño y la manipulación, sin remordimiento por las consecuencias de sus actos.

Por lo que se concluye que un corrupto es una persona que realiza un proceso premeditado, razonado y calculado de costes y beneficios.

Otros tipos de personalidades que acompañan a los grupos corruptos son los obedientes y los sumisos, aquellos que siguen las órdenes y no las objetan bajo ningún punto de vista. Estos últimos son los que más suelen rotar en esta clase de grupos porque se desgastan, tienen otras actividades y se los pueden ir reemplazando por otros desprevenidos que ingresan al grupo de buena fe.

Claves para evitar estos grupos y como detectarlos

Lo primordial es la información, como individuos podemos caer en estos grupos sin darnos cuenta. Un buen ejercicio como ciudadanos de bien es recurrir a varias fuentes de información, en lo posible información de acceso público, como páginas web de Entidades reconocidas. Para la política existe la Cámara Nacional Electoral, la DINE, los distintos juzgados electorales provinciales, y otros organismos públicos que suministran información.

Si la información no se encuentra de manera pública o es de difícil acceso es importante observar el comportamiento de las personas y hacerse algunas de estas preguntas:

  • ¿La información que disponen la comparten de manera pública?
  • ¿Se exponen públicamente a recibir preguntas y críticas y a responderlas?
  • ¿Hacen comentarios mal intencionados sobre personas que no están presentes?
  • ¿Reconocen sus propios errores, piden disculpas y evitan volverlos a cometer?
  • ¿Cuándo se les pide información concreta la otorgan inmediatamente?
  • ¿Suelen hacer reuniones públicas para suministrar información a todos aquellos que quieran escuchar?

Conclusiones

Para combatir a la corrupción en todos sus ámbitos es importante que las personas de bien se eduquen, sepan como detectar los hechos de corrupción por más mínimos que sean, los expongan o al menos se alejen de ellos.

En un país, como la Argentina, en donde la corrupción empieza a generalizarse, en donde los corruptos pocas veces son castigados el incentivo para ser corrupto es mayor que en un país en donde todas las personas son honradas y los corruptos son severamente castigados.

Es por eso que los liberales y los libertarios si queremos cambiar este sistema político corrupto tengamos cuidado, mucho más si nos metemos en política. Hay que estar atentos, las ideas de la libertad no se negocian ni se deben corromper.

Fuentes:

https://www.rtve.es/noticias/20130915/como-funciona-mente-corrupto/746221.shtml

https://es.wikipedia.org/wiki/Persecuci%C3%B3n