Emigrar a Uruguay

Vista aérea de Montevideo

A diferencia de Estados Unidos o Brasil, por cuestiones históricas, el mundo hispanohablante está conformado por muchos diversos países, lo que supone algunas desventajas, pero también proporciona la capacidad de poder evaluar los ensayos de políticas diferenciadas. Así que si bien, muchas de esas naciones están avanzando hacia el populismo que denominan “socialismo del siglo XXI”, arrastrando a evidentes pérdidas de bienestar a sus poblaciones, existe alguna excepción como es el caso de Uruguay que tras más de tres décadas siguiendo las políticas intervencionistas argentinas en 2002, con la crisis del corralito, decidió seguir un camino propio consistente en aprovechar el potencial que ofrece la apertura al comercio internacional y la globalización. Para no arriesgar demasiado lo hizo a través de la potenciación de las Zonas Francas, con muy baja intervención e impuestos, creadas años atrás por gobiernos de centro derecha.

Zona Franca: Zonamerica

La apuesta resultó casi de inmediato, lo que les permitió atenuar las crisis económicas características de la región. Disminuyó la desigualdad al tiempo que la clase media se consolidaba y extendía a amplias capas sociales, al disfrutar de los salarios más elevados, junto con Chile, toda Latinoamérica.

El partido izquierdista Frente Amplio, que cuenta con una importante rama populista, ganó las elecciones de 2005. Sin embargo, sus dirigentes Vázquez y Mújica supieron mantener al gobierno del país en una posición mucho más moderada, respetando los logros económicos de las empresas asentadas en esas zonas especiales. José Mújica llegó a declarar “Soy socialista pero no bobo” haciendo referencia a la necesidad de continuar con las excepciones tributarias para sostener un crecimiento económico que permitiera financiar la mejora de los servicios públicos. Una estrategia que condujo a 14 años de gobierno frenteamplista. A pesar de todo, como genuinos socialistas, nunca consiguieron controlar los déficits públicos ni sus malas consecuencias que acabaron aflorando.

Presidente Luís Alberto Lacalle Pou anuncia la reducción de sueldos de funcionarios públicos.

Así, poco antes de la pandemia, las fuerzas de la oposición se unieron vencieron en las últimas elecciones, con , de origen Valldemossí, al frente de la coalición. Un liberal convencido que rehusó invitar a los gobiernos cubano, venezolano y nicaragüense a su toma de posesión para dar una señal inequívoca de su singularidad.

El nuevo presidente se tuvo que estrenar tomando decisiones para hacer frente al maldito bicho. Él mismo ha contado cómo a pesar de que la decisión más fácil consistía en un confinamiento total, prefirió apostar por el concepto de “libertad responsable”, al tiempo que su gobierno se centraba en una política de comunicación que se atuviera escrupulosamente a la verdad, tanto de lo que se sabe cómo de lo que no, contando para ello con un prestigioso comité de auténticos expertos.

Los resultados no han podido ser mejores. El país, ubicado entre dos gigantes (Argentina y Brasil) ve como sus vecinos sufren las terribles consecuencias de las malas políticas adoptadas para frenar el virus, mientras Lacalle acelera en un proceso reformista liberal que puede llegar a confirmar a su país, esta vez sí, como emblema de la mejor política. Baste mencionar que para poder pagar parte de la factura del Covid, decidió incluir una subida de impuestos, ¡ATENCIÓN!, a los políticos y altos funcionarios. Es decir, Uruguay apuesta por combinar la libertad, con la estabilidad y la mejora de las oportunidades. Una isla de prosperidad y esperanza en un mar de populismo-empobrecedor, fruto, en gran medida, de la sensatez de sus últimos dirigentes.

Desgraciadamente, en España la Sexta no entrevistará a Lacalle Pou como hizo con Mújica, pero buscando información por internet, y tal como están las cosas aquí en Baleares, no parece descabellado valorar seguir los pasos del ascendente del actual presidente de Uruguay y aceptar la su invitación a residir en ese magnífico país que con un territorio bastante que mayor que la suma de Baleares, Cataluña, Valencia, Murcia y Andalucía juntas tan solo tiene 3,5 millones de habitantes.