Mercado Internacional en Cuarentena: Menor Comercio, Mayor Superávit
Mientras que el mundo va abriéndose, lentamente, pero sin pauso, el gobierno argentino decide mantener cerradas las fronteras externas, y a su población en cuarentena. Este, podríamos decir que es el factor principal por el que durante Julio continuó la caída tanto de las exportaciones (-16,3% interanual) como de las importaciones (-30,1% interanual).
Dado que la caída en las compras fue superior al de las ventas, dio un superávit comercial marco con una suba de 38,2% y ya lleva acumulada en los últimos 12 meses un récord positivo de USD 18.978 millones.
En este contexto global, es importante evaluar cual es la relación con nuestros socios comerciales, donde, por ejemplo, Brasil nuestro principal socio estratégico regional ha tenido una caída de las exportaciones argentinas del -34,9% frente a una importación argentina de productos de origen brasileros del -24,4%, por lo que en esta balanza sale perdiendo Argentina.
La caída de las importaciones podríamos entender que son causadas principalmente por la caída del consumo interno por falta de demanda, y esto es parcialmente cierto, ya que se llegó al punto donde hay faltantes de productos en distintos rubros que van desde las tecnologías, equipos, maquinarias de trabajo, repuestos, y ahora ya llega a las líneas de productos de consumo masivo como bazar para mencionar una. Pero tampoco es tan cierto, ya que hay demanda que se mantiene y queda insatisfecha, los importadores para reducir esta demanda, y cubrir sus costos, optan por el aumento de precios. Esto a la larga, puede generar un rebote en las importaciones.
El gobierno sueña, desea, o simplemente cree que este faltante de productos importados redundara en una reactivación de productos locales, lo que no se entiende es como una industria que no existe, que no está desarrollada en Argentina comience a desarrollar productos para los que no está preparada o que directamente no existen productores en nuestro país. Esta política de reemplazo ya se intentó, y no sirvió.
Mantener esta línea implicaría que exista una inversión local de capital de empresas nacionales, las que ya están castigadas y con poca o nula disponibilidad, donde muchas se encuentran al borde de desaparecer; o de inversores extranjeros que enfrentan sus propios problemas en sus países de origen y que no ven con buen ojo a la Argentina como destino del capital de inversión. Políticas cambiarias, falta de un marco legal que proteja a los inversores, políticas de empleo anticuadas, controles de cambio, son, para mencionar algunos, motivos por los que Argentina no es de interés para invertir. Esto sin mencionar la incertidumbre política de un gobierno al que no se le conoce un plan económico, o un claro rumbo político.
Al igual que lo sucedido en los meses anteriores, las exportaciones tuvieron menores caídas en los bienes considerados esenciales (con una importante alza de 41% en los productos farmacéuticos). Por su parte, la disminución en las importaciones se explica principalmente por menos compras de bienes de capital y bienes intermedios. Esta reducción es un reflejo de la menor actividad económica producto de la pandemia del COVID-19.
Sin embargo, existen dos factores que podrían comenzar a revertir el elevado superavit comercial en los próximos meses. Primero, la cosecha gruesa se suele comerciar mayormente entre abril y julio, por lo que la mejora en las exportaciones tendrán una mayor dependencia de las ventas de productos industriales que aun enfrentan una débil demanda externa. Además, los meses de octubre y noviembre se compararán contra sus equivalentes en 2019 que registraron valores particularmente elevados.
Por otro lado, a medida que la pandemia comience a retirase y la actividad económica local se recupere, habrá una mayor demanda doméstica de insumos importados. Esta demanda en general reacciona más rápidamente que a recuperación de las exportaciones.
Por ende, la bonanza de una balanza comercial positiva como está planteado actualmente para Argentina puede ser una situación “ficticia”, un alivio temporal, y que derive en mayores problemas de necesidades de dólares a futuro que no tocaremos en este informe.
*Fuentes:
@CERA (Camara de Exportadores de la República Argentina)
@INDEC (Instituto Nacional De estadística y Censo)
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Alemania del Este vs. Alemania del Oeste

El sistema capitalista, democrático y republicano bien comprendido, es decir la vida en libertad con autonomía y responsabilidad, nos ofrece desigualdades en el ingreso de las personas pero con una salida sólida, sostenida y extraordinario aumento del bienestar, que ningún otro sistema ha desarrollado jamás. La igualdad del sistema es clara: se entiende como igualdad ante la ley. Igualdad de Derechos individuales, no de ingresos.
Dicho esto, ¿qué importa si Bill Gates tiene 40 mansiones, si casi cada uno de nosotros pudo comprarse su casa, o algunos incluso 2 o 3 propiedades? La desigualdad de ingresos no es un problema en un sistema que persigue el bienestar y la prosperidad a través de la libre competencia. En efecto, el sistema no presume ni pretende una igualdad material. En otras palabras, no hay un conflicto moral con la desigualdad material.
Miremos el ejemplo de Alemania. En casi 30 años, la ex Alemania del Este, que venía de un sistema comunista, sin competencias ni de libre mercado, logró obtener un nivel de ingresos mayor al de muchos otros países de la Comunidad Europea.
En el año 1991, Alemania del Este (la ex RDA) tenía un PBI per cápita de solo el 32.5% del PBI per cápita de Alemania del Oeste (de la ex Federal). En el 2019 ya se ubicaba en el 69%. En 30 años se ha reducido notablemente la diferencia, y el bienestar (medido en PBI per cápita), es cada vez más próximo.

No van a faltar especialistas que digan: “¡pero todavía hay diferencias entre el oeste y el este!”. Por supuesto que las hay. El sistema construye riqueza de la única forma genuina que existe: mediante el ahorro y la inversión. Y para 1991 ya se había producido una brecha importante en

cuanto a la matriz productiva, innovación, estado de derecho, respeto de la propiedad privada. Otra fuente de diferencias han sido las altas tasas de capitalización de determinadas áreas o regiones (como se las considera hoy en Europa), que ya existían al momento de la unificación. Por ejemplo, el caso de Baviera, que es uno de los estados más ricos de la Alemania reunificada, con las tasas más bajas de desempleo, con una alta participación en la tecnología a nivel internacional, donde casi un tercio de las patentes alemanas provienen de aquí, siendo uno de los centros de investigación más importantes del planeta. En otras palabras, no estamos frente a deferencias motivadas por “injusticias sociales”, sino a naturales ventajas de inicio.
No obstante, el esfuerzo de los alemanes para que el Este muestre en estos casi 30 años un desarrollo importante, lo podremos observar desde la misma fuente citada (Statista), que al comparar el PBI per cápita en el 1991 vs. el de 2019 de ambas partes, se observa que el Oeste casi duplica su riqueza en 28 años, mientras que el Este lo cuadriplica. ¿Quien imaginaría que el Este crecería mas rápido que el Oeste?. Aún así, el piso de salida era muy bajo.

Sin embargo no todo es color de rosa, ya que, las diferencias de mentalidad y puntos de vista políticos, como cierta debilidad estructural sigue persistiendo. Pero ¿Qué nación no tiene contrastes? Acaso, ¿otros países europeos no los tiene? Como ser: Italia (norte – sur), España (catalanes – madrileños), Gran Bretaña (ingleses – escoceses – galeses); o mismo en nuestro país, Argentina (porteños – el interior).
En conclusión, vemos que más allá de las diferencias estructurales que todavía existen en Alemania, el objetivo de este artículo es concentrarnos en el crecimiento del Este, de cada uno de sus ciudadanos, como esa familia que pudo comprarse su vivienda, una segunda casa en el campo, el auto y tener un ahorro, aunque el dueño de BMW o Daimler tenga 700 propiedades cada uno. El sistema nos ofrece herramientas que, al emplearlas de la manera adecuada, los ciudadanos pueden gozar de un nivel de vida en constante desarrollo. Por supuesto, depende de la educación de sus sociedades civiles, sus electores y de quienes las guíen manteniendo las premisas de ese sistema. Dentro de él, la voluntad y la capacidad individual son las que se ponen en juego sin mayores limites que el respeto a la ley.
Competencia, esa Maldita Coacción Impersonal
¿Qué es lo que lleva a la clase política a esa imperiosa necesidad de implementar “programas sociales” y “planes de ayuda”? ¿Qué piensan respecto a las metas que deben alcanzar para cumplir con su programa electoral? ¿Tienen uno? O es un “strada facendo“ (en el mientras tanto… vemos que hacer).
“Cuando gobernemos haremos esto o aquello…”, repiten. Y lógicamente hay un electorado que los elige y espera un beneficio a esa política. Ahora bien, las sociedades desarrolladas, es decir, las que lograron un estilo de vida que empuja a muchos a ir hacia ellas para poder disfrutarlo, se alcanzaron mediante un enfoque económico que privilegió algo de lo cual, en general, los políticos no hablan: el rol de la competencia.
La competencia es un fenómeno que no termina de encajar en la escala de prioridades del político de turno, ya que esta requiere de otros tiempos y, valga la redundancia, prioridades. Como lo establecía Adam Smith en su obra máxima: “La Riqueza de las Naciones” (1776), la mano invisible (mal interpretada muchas veces), es el resultado por el cual el interés individual beneficia (sin proponérselo directamente) al bien común en la resolución de problemas y de necesidades por medio de la libre empresa, de la libre competencia y del libre comercio.
Habla del contexto, del sistema donde interactuamos, el mercado visto como sitio o lugar, donde se vinculan los oferentes y demandantes, que somos nosotros.

Al decir de Schumpeter, si frenamos este proceso económico por el poder que nos conceden los votos, se perjudicarían los consumidores (ciudadanos) porque no obtendrían un mejor producto o servicio a un mejor precio, y por otro el emprendedor, que no continuaría innovando (descubriendo) e invirtiendo. El capitalismo es, según este autor: “…crear bases de crecimiento económico alrededor de los entrepreneurs porque únicamente constituyendo esos pilares se podrán paliar las crisis…”.
Por eso los procesos competitivos, en un contexto que favorece este tipo de iniciativas, alimentan la creatividad, un mejor capital humano, mayores índices de inversión, para que ese orden espontáneo Hayekiano se produzca, obteniendo cambios incrementales o radicales en los que Schumpeter denominó “destrucción creativa”: en otras palabras, “se destruye algo existente para crear algo nuevo y, habitualmente, mejor…retroalimentándose el sistema de manera continua”.
El concepto de “justicia social” que se frecuenta en países subdesarrollados, viene en realidad a proteger y frenar ciertos sectores dejando fuera a otros donde surgiría la competencia.
“…Si en los sistemas económicos desarrollados, la competencia es importante como proceso de bienestar, en el que los exploradores buscan oportunidades no aprovechadas, las que al ser descubiertas pueden ser utilizadas también por otras personas, lo es aún más en los países subdesarrollados…”. Cita Friedrich A. von Hayek en su ensayo del 29/03/1968 en una reunión de la Philadelphia Society, en Chicago.
El necesario proceso de descubrimiento podría ser obstaculizado si un sector de poder logra mantener al resto sujeto a los hábitos económicos tradicionales. Una de las razones principales de la aversión (rechazo a ) a la competencia, es que ésta no sólo muestra cómo pueden hacerse las cosas en forma más efectiva, sino que enfrenta a aquellas empresas y sectores de poder asociados, que dependen de que el mercado no cambie para mantener sus ingresos, y de alguna manera las obliga a imitar a las más exitosas, aún como “seconds bests” (segundos mejores, Lipsey-Lancaster. 1956) por temor a perder parte de sus ingresos. La competencia produce, de esta manera, una especie de coacción impersonal que obliga a numerosos individuos a ajustar su estilo de vida de un modo que ningún precepto o mandato lograría hacerlo.
Lo que Hayek nos muestra en estos párrafos es que, muchas veces, los mayores enemigos de la competencia son los mismos sectores empresarios o políticos que, desde el pedestal de algún tipo de poder ejercido, impiden el surgimiento de nuevos jugadores. Naturalmente, si quienes detentan el poder pueden interrumpir el ejercicio de esta regla en favor propio, lo harán. Es humano, al fin y al cabo, pretender beneficiarse. Y es mortal para el sistema de competencias, que sus reglas caigan en manos del efímero poder de turno.
Porque como la competencia es un descubrimiento de mejora continua para la prosperidad en una sociedad, también tiene su faz negativa para aquellas sociedades con menos libertad de mercado. ¿Quien no quisiera ganar el juego sin el esfuerzo de jugar la partida? Sin competir. En dichos contextos se aprecia esa coacción impersonal, esa fuerza o violencia no explícita, no mostrada. En criollo, que te “serruchan el piso” con artimañas de todo tipo para evitar la competencia.
Emigrar a Uruguay
A diferencia de Estados Unidos o Brasil, por cuestiones históricas, el mundo hispanohablante está conformado por muchos diversos países, lo que supone algunas desventajas, pero también proporciona la capacidad de poder evaluar los ensayos de políticas diferenciadas. Así que si bien, muchas de esas naciones están avanzando hacia el populismo que denominan “socialismo del siglo XXI”, arrastrando a evidentes pérdidas de bienestar a sus poblaciones, existe alguna excepción como es el caso de Uruguay que tras más de tres décadas siguiendo las políticas intervencionistas argentinas en 2002, con la crisis del corralito, decidió seguir un camino propio consistente en aprovechar el potencial que ofrece la apertura al comercio internacional y la globalización. Para no arriesgar demasiado lo hizo a través de la potenciación de las Zonas Francas, con muy baja intervención e impuestos, creadas años atrás por gobiernos de centro derecha.

La apuesta resultó casi de inmediato, lo que les permitió atenuar las crisis económicas características de la región. Disminuyó la desigualdad al tiempo que la clase media se consolidaba y extendía a amplias capas sociales, al disfrutar de los salarios más elevados, junto con Chile, toda Latinoamérica.
El partido izquierdista Frente Amplio, que cuenta con una importante rama populista, ganó las elecciones de 2005. Sin embargo, sus dirigentes Vázquez y Mújica supieron mantener al gobierno del país en una posición mucho más moderada, respetando los logros económicos de las empresas asentadas en esas zonas especiales. José Mújica llegó a declarar “Soy socialista pero no bobo” haciendo referencia a la necesidad de continuar con las excepciones tributarias para sostener un crecimiento económico que permitiera financiar la mejora de los servicios públicos. Una estrategia que condujo a 14 años de gobierno frenteamplista. A pesar de todo, como genuinos socialistas, nunca consiguieron controlar los déficits públicos ni sus malas consecuencias que acabaron aflorando.

Así, poco antes de la pandemia, las fuerzas de la oposición se unieron vencieron en las últimas elecciones, con , de origen Valldemossí, al frente de la coalición. Un liberal convencido que rehusó invitar a los gobiernos cubano, venezolano y nicaragüense a su toma de posesión para dar una señal inequívoca de su singularidad.
El nuevo presidente se tuvo que estrenar tomando decisiones para hacer frente al maldito bicho. Él mismo ha contado cómo a pesar de que la decisión más fácil consistía en un confinamiento total, prefirió apostar por el concepto de “libertad responsable”, al tiempo que su gobierno se centraba en una política de comunicación que se atuviera escrupulosamente a la verdad, tanto de lo que se sabe cómo de lo que no, contando para ello con un prestigioso comité de auténticos expertos.
Los resultados no han podido ser mejores. El país, ubicado entre dos gigantes (Argentina y Brasil) ve como sus vecinos sufren las terribles consecuencias de las malas políticas adoptadas para frenar el virus, mientras Lacalle acelera en un proceso reformista liberal que puede llegar a confirmar a su país, esta vez sí, como emblema de la mejor política. Baste mencionar que para poder pagar parte de la factura del Covid, decidió incluir una subida de impuestos, ¡ATENCIÓN!, a los políticos y altos funcionarios. Es decir, Uruguay apuesta por combinar la libertad, con la estabilidad y la mejora de las oportunidades. Una isla de prosperidad y esperanza en un mar de populismo-empobrecedor, fruto, en gran medida, de la sensatez de sus últimos dirigentes.
Desgraciadamente, en España la Sexta no entrevistará a Lacalle Pou como hizo con Mújica, pero buscando información por internet, y tal como están las cosas aquí en Baleares, no parece descabellado valorar seguir los pasos del ascendente del actual presidente de Uruguay y aceptar la su invitación a residir en ese magnífico país que con un territorio bastante que mayor que la suma de Baleares, Cataluña, Valencia, Murcia y Andalucía juntas tan solo tiene 3,5 millones de habitantes.
Control de Precios: ese Viejo Pecado….
Richard Nixon, presidente de USA en los ’70 en una de sus primeras políticas que implementó fue la de controlar precios. Si, para combatir la inflación esta nación que se enorgullece del libre mercado, apoyó estas medidas en su momento. Defenderse de la inflación con un cerrojo, algo así como “catenaccio”, hablando en términos futbolísticos.

Uds. ¿creían que iba a mencionar al marxismo? ¿o al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela? Pues no. Los países desarrollados también se equivocaron con este tema, que sigue siendo una piedra en el zapato para los gobiernos argentinos, creyendo que las medidas que tomamos son originales, cuando el mundo tiene otros problemas que resolver y nosotros seguimos cayendo en la misma trampa.
¿Y qué sucedió en aquella oportunidad? Según Gene Healy del Cato Insitute, en lo inmediato, tuvo un respaldo de alrededor del 75% en las encuestas, y luego obtendría una reelección. Milton Friedman, economista Nobel anunció: «sería un fracaso total y la emergencia de la inflación reprimida». En el mediano plazo comenzaron los problemas: los ganaderos dejaron de enviar su ganado al mercado y los consumidores vaciaron los estantes de los supermercados. En definitiva, se contrajo la oferta y se incrementó la demanda, lo que sumó al problema, una alteración artificial de las variables de consumo. Las góndolas se vieron desabastecidas y se notó con fuerza.

Como el catenaccio en el futbol no mejora los resultados, el control de precios no mejora la vida de los individuos (de los ciudadanos). No da libertad a sus movimientos, no permite innovar ni mejorar el juego. Solo es un sistema coercitivo que, busca ganar tiempo, ante un escenario a futuro que debo modificar. De seguir así, no obtendría una determinada sociedad la prosperidad que se propone. Los habilidosos no tienen lugar, no mejoran y se van, los entrepreneurs también.
Ahora bien, según la Sra. Adriene Hill del Crash Course Economics existen dos tipos de control de precios:
Precio techo o máximo, por el cual los consumidores están dispuestos a comprar más, pero los productores no lo encuentran rentable, por ende los precios más bajos disminuyen la cantidad producida y entonces se llegaría a la escasez.
Básicamente, un precio percibido como barato puede estimular una sobredamanda de un producto, que encuentra del lado de la oferta un bajo incentivo como respuesta a esa demanda debido a un precio no conveniente. El doble efecto produce en forma visible una brecha (escasez) del producto.

Precio piso o mínimo, es aquel en el cual la administración gubernamental fija un precio piso, es decir el valor debe estar por encima de dicho “precio mínimo”. Esto se supone que daría incentivo a los empresarios de producir más.
No obstante ese precio, los consumidores comprarán sustitutos. Por ejemplo: si al precio de trigo se le da un precio artificial desde el Estado a $10 (cuando estaba $6), las industrias consumidoras comprarían la materia prima a base de arroz o de lo que puedan usar como sustituto. De esta manera los productores no se ven beneficiados. Podrían vender con un precio más alto, pero no tendrían tantos clientes y bajarían las ventas.
En términos de regulación del mercado por parte del Estado a través de los programas de controles de precios, los investigadores y la realidad siempre demostró lo contraproducentes que terminan siendo. Em especial, a mediano largo plazo. Capitulo aparte para un control de precios muy particular: “el salario mínimo” que requeriría un artículo ad hoc.
Tanto Venezuela como Argentina, encuentran atractiva la fijación de precio techo o máximo, porque entienden que, como consecuencia de la alta inflación, los controles de precio al consumo sobre temas básicos como la comida, la higiene, etc., son una ayuda al necesitado. En el caso de Venezuela, dado lo extendido del plazo, ya se están recorriendo las etapas más destructivas de estos controles: los precios son tan bajos en relación al costo de producción que, las empresas no lo encuentran viable, y han reducido la producción o bien se retiran del mercado, con un efecto notable de destrucción de empleo y un correlato de largas filas y escasez en las góndolas para los consumidores.
Como conclusión final y haciendo una analogía con el artículo de Miguel Jimenez (El País) “En el desabastecimiento a precio de ganga”: “…Por mucho poder que le haya concedido una Asamblea Nacional para legislar por decreto, el político no puede derogar las leyes de la oferta y la demanda…”.
La Matemática de la Muerte
Ayer, la Argentina llegó a los 578 muertos por millón por Covid-19, sobrepasando a Suecia, el país que el presidente Alberto Fernandez presentó como ejemplo de camino equivocado. Hace dos meses publicamos un artículo donde esbozábamos que esta situación podía llegar a suceder (véase «El riesgo de politizar la biología«). En dicho artículo puntualizábamos esa extraña manía moderna de computar estadísticas y ordenar tablas de posiciones, al mejor estilo de una competencia deportiva, con los impactos en enfermos y vidas humanas. En el mismo, decíamos que la falsa alternativa entre la “vida” y la “economía” podía terminar en el peor de los resultados: una perdida importante de vidas y una destrucción económica superlativa.
Hoy, el futuro devino en presente, y la realidad nos golpea con una contundencia que enmudece, aún teniendo cuenta que podía ser lo más previsible. Y eso es porque la estadística ya no es un número que miramos por televisión. Ya todos tenemos algún allegado que sufrió la enfermedad y/o que ha fallecido por causa de ella. Ya los números no son una tabla de posiciones, son una realidad dura y penosa. Adicionalmente, a esta altura, todos hemos sufrido algún tipo de impacto económico por la situación de cuarentena. Algunos mucho, otros poco. Pero a todos nos impactó de alguna manera.
¿Qué pasó? ¿Como se explica que nos haya ido tan mal, incluso en la comparación con nuestros vecinos limítrofes? ¿Qué extraño designio nos castiga?
Para entenderlo vamos dividir la pregunta en dos partes: ¿Qué pasó? Y ¿Por qué nos pasó? .
¿Qué pasó?
La respuesta la da la simple matemática. Con un recorrido de 8 meses de pandemia y viendo el desarrollo que ha tenido en todos los países del mundo, podemos entender como se ha dado su dinámica hasta el momento, y así poder establecer algunas diferencias entre distintos países.
Para explicarlo desarrollamos un modelo matemático simple de dos países. El país A (figura A) con una desarrollo explosivo de la enfermedad (25 semanas) y un desborde de la atención hospitalaria durante 4 semanas en el epicentro de la pandemia. En el país B (figura B), donde se realizó una cuarentena muy estricta desde el inicio, se dio un desarrollo mas expandido en el tiempo (50 semanas), y no se verificó desborde de la atención hospitalaria. En ambos casos tomamos una incidencia de muertes del 2,7 % de los infectados, triplicando esta cifra en el momento del desborde de la atención hospitalaria. En otras palabras, graficamos dos países distintos, uno donde no se tomaron medidas profundas para evitar el contagio y la propagación, y otro donde si se llevaron a cabo esas medidas (como podría ser la Argentina). En el primero, la enfermedad evolucionó, tuvo su pico y descenso en un lapso de 25 semanas, en el otro fue mas lento (tardó el doble).
Figura A Figura B
Aunque a simple vista podría parecer lo contrario, la superficie “negra” del grafico A (cantidad de muertes) es menor que la del grafico B. La conclusión es que en el primer caso, si bien hubo un desarrollo mas rampante e implicó un déficit de atención hospitalaria, que durante un lapso aumentó la mortalidad de la enfermedad, en realidad fue durante un corto período. En el caso de la figura B, nunca alcanzaron a estar hospitalizados al mismo tiempo tanta cantidad de gente. No vivieron el dramático espectáculo de hospitales abarrotados con pacientes que no se podían hacer atender. Los enfermos desfilaron en forma mas ordenada por el sistema de salud, pero por mas tiempo. Con lo que, sin la misma espectacularidad, terminó falleciendo mas gente. Y esto es por el simple hecho de que duró mas la pandemia.
Porque nos pasó
Bien, hasta aquí explicamos la cruda matemática. Con los datos del diario de ayer, es decir, sabiendo como se desarrolló la pandemia. Lo que vemos, claramente, es que ante una enfermedad que no tiene vacuna (no se puede actuar preventivamente) y no se tiene un tratamiento, lo más eficaz para evitar la mayor cantidad de muertes, es que se desarrolle lo más rápido posible. Que venga, pase y se vaya en el menor tiempo.
Bueno, pero ¿quién podía entender esto en marzo? Nadie. ¿Quién podía saber que si se desarrollaba más rápido, habría en el futuro un punto de inflexión y una disminución? ¿Y quien podía saber que tan rápido y lenta iba a ser esa disminución? Nuevamente, nadie.
Y esto es lo más triste, porque lo irremediable de la muerte no puede mas que exponernos frente al error de forma cruel.
Y en junio, 3 meses después, estas preguntas tenían la misma respuesta. Bueno, ya en ese momento existían indicios precisos del recorrido que hacía la enfermedad.
Hasta ahora sabemos que la cuarentena actuó en forma categórica dilatando el avance de los contagios. Claramente, la cuarentena es una medida anti-contagios, anti-propagación. Quizás, la única medida razonable ante un desconocimiento de la gravedad y efectos de la enfermedad. Pero definitivamente una estrategia basada en la no-diseminación del virus.
Aquí es donde conviene entender las mayores diferencias entre las estrategias elegidas por los países. Algunos, parecen haberse centrado en ir midiendo el tema del desborde hospitalario, mientras que otros, solo parecían estar centrados en que la gente no se contagie. La Argentina, claramente está dentro de este segundo grupo que ve como un problema el contagio (contagiarse no es lo mismo que enfermarse, que quede claro). Esto evitó la inmunización de la población de manera que luego de 7 meses de iniciada la pandemia, Argentina está desarrollando en pleno el proceso de difusión y contagio en la población, en una curva mucho mas larga que la de otros países. La estrategia de evitar los contagios terminó por estirar los plazos, y de esa forma, terminamos teniendo mayor cantidad de muertes incluso que muchos países que tuvieron dificultades serias en la atención hospitalaria.
¿Pudo ser diferente?
¿Podía el gobierno haber tomado otros caminos? ¿Era eso prudente y razonable? Bueno, quizás parados en el mes de marzo, no. Pero parados en junio, sin duda, la cantidad de voces y realidades en el resto del mundo ya permitían inferir que había que analizar otras estrategias. Y esto es lo más triste, porque lo irremediable de la muerte no puede mas que exponernos frente al error de forma cruel. Quizás, el gobierno debió haber escuchado otras voces, que a esa altura ya gritaban muy fuerte.
De frente al futuro
Quizás, ahora que ya sucedió y la verdad habla por si sola, bien podríamos preguntarnos por la responsabilidad de los funcionarios que continuaron empecinadamente con la misma estrategia. Ese empecinamiento ha costado ya mas de lo que debía costar. En términos de vidas, y en términos económicos. Ya no hay mas un presidente en conferencia de prensa, con preguntas abiertas. La exposición ya no es conveniente. Y su discurso parece ser un discurso que se lo da a si mismo. Un “auto-oyente” solitario al cual nadie puede dar mas crédito.
¿Seguiremos los argentinos siendo testigos de un relato falaz? ¿Habrá alguna reacción de nuestras instituciones para denunciar, y hacer pesar sus responsabilidades a quienes actuaron con la mezquindad de la política, cuando había que actuar con el realismo de la biología y las ciencias estadísticas?
Tengo la convicción de que habrá un tercer artículo sobre el tema. Y solo anhelo que sea la mejor de las noticias: la noticia de que, en la Argentina, el Covid-19 ya es historia. Por ahora, solo puedo mostrar la lamentable proyección de la tabla mostrada en nuestro anterior artículo, el 15 de agosto:

Objetivismo, la Filosofía de Ayn Rand
Alissa Rosenbaum, nombre verdadero de Ayn Rand, nació en la Rusia de 1905. Estudió filosofía, historia y fue guionista de cine. Se graduó en 1924 y experimentó el final del libre pensamiento a manos de los comunistas. A finales de 1925 se exilió en los Estados Unidos, trabajando como correctora de guiones en Hollywood. A partir de 1932 se representan sus primeras obras y se publican sus novelas. Presentó sus pensamientos a través de dos novelas, ambas best-sellers y llevadas al cine, El Manantial (1943) y La rebelión de Atlas (1957). En estas se presenta al hombre como un individuo racional digno de vivir en la tierra. Fue estadounidense por elección y convicción. Sus libros aún se publican, llegando a casi 30 millones de copias y traducidos a 20 idiomas. Aunque tiene seguidores, su pensamiento está excluido de los claustros. En la década del 80 la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos hizo una encuesta sobre el libro que mayor influencia había tenido en la vida de sus lectores, el primer puesto fue para la Biblia y el segundo para La rebelión de Atlas. Se opuso tenazmente a todo tipo de colectivismo, fascismos, socialismos e incluso al estado de bienestar de posguerra. Falleció cinco años antes de la caída del Muro de Berlín, en 1982.
Su corriente de pensamiento se llamó objetivismo y es un sistema integrado de ideas que define principios abstractos en los que el hombre debe pensar y actuar. Decía que la realidad, el mundo exterior, existe como algo absoluto y objetivo. Su existencia es independiente de la conciencia del hombre, de cualquier conocimiento, creencias, sentimientos, deseos o temores. Esto significa que las cosas son lo que son. Y la tarea de la conciencia es percibir la realidad, no crearla o inventarla. Así rechazaba toda creencia en lo sobrenatural. Sostenía que no hay ninguna evidencia objetiva de la existencia de Dios. Su apoyo era Aristóteles y se oponía al platonismo, cristianismo y el idealismo alemán (Kant, Hegel, etc.), ya que estos mantienen que la consciencia es la creadora de la realidad, que la realidad extra-mental no es cognoscible tal como es en sí misma.
Para el objetivismo la razón es la facultad conceptual que identifica e integra el material provisto por los sentidos del hombre y durante esa observación se usan conceptos de acuerdo a la lógica. La razón es el único medio del hombre para percibir la realidad, su única fuente de conocimiento, guía y supervivencia. Rechaza al misticismo, no acepta la fe ni los sentimientos, como medios de conocimiento. Define la consciencia como la facultad de percibir lo que existe, no es su función crear la realidad, sino captarla, comprenderla. “Existencia es Identidad, Consciencia es Identificación”, estos conceptos derivan de los hechos de la realidad, por lo tanto, las conclusiones alcanzadas por este proceso racional son objetivas.
En cuanto a la ética, establecía que cada hombre tiene como objetivo máximo buscar su felicidad, su propio interés. El hombre es un fin en sí mismo, debe existir para su propio provecho, no para sacrificarse para otros ni sacrificar a otros para él, debe mantenerse con su propio esfuerzo. Si se declara independiente no puede vivir como un parásito, no debe buscar lo inmerecido. El principio social básico es que ningún hombre tiene el derecho de buscar valores ajenos por medio de la fuerza física. Los hombres deben tratarse de forma libre, consensuada y con mutuo beneficio. Todo lo que es apropiado para la vida de un ser racional es lo bueno. El egoísmo racional se da cuando el hombre busca su interés propio, para mejorar su vida, haciéndola productiva a través del uso constante del pensamiento y un código de valores racionales, reconociendo en los demás el mismo derecho. Nada tiene que ver con la visión tradicional del egoísmo, que se refiere a actuar despreocupadamente, sin normas ni principios, actuando por capricho, a su antojo, buscando satisfacciones físicas momentáneas. Al vivir en una sociedad el hombre no puede ser ciegamente indiferente a los problemas sociales y políticos, ya que lo afectan a él y a su comunidad directamente. Tampoco es moral ni práctico robar, engañar, defraudar o asesinar.
Criticó al altruismo cuando este implica que el hombre no tiene derecho a existir por sí mismo, que el servicio a los demás es la única justificación de su existencia, y que sacrificarse es su principal deber, virtud y valor moral. Es correcto practicar la bondad, la generosidad con los demás y el respeto por los derechos de otros, pero no es correcto aceptar que la necesidad de los otros es una hipoteca sobre su vida o una obligación moral, como proponen los líderes totalitarios o religiosos. Ayn Rand proponía que todos los menores de edad y los adultos que no pueden valerse por sí mismos deben ser asistidos por la sociedad; comulga con la caridad privada, pero reniega de la pública El principio racional de conducta es: actúa siempre de acuerdo con la jerarquía de tus valores, y nunca sacrifiques un valor mayor por uno menor.
“Cuando a
dvierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes no trafican bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino que, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un inútil sacrificio, entonces podrá reconocer que esa sociedad está condenada».
La Rebelión de Atlas, Ayn Rand
Esta corriente sostenía que el sistema político económico ideal era el “capitalista laissez-faire”, basado en un libre intercambio y consentimiento voluntario para beneficio mutuo, donde se reconocen los derechos individuales y el gobierno actúa sólo como protector contra criminales (la policía y tribunales) o invasores extranjeros (el ejército). Su ideal (utópico) es la separación total entre Estado y economía, de la misma forma y por las mismas razones que hay separación entre Estado y religión.
Defendía la libertad a ultranza: un adulto tiene todo el derecho a consumir drogas (acción que condenaba porque era la destrucción de la vida), el aborto es un derecho moral, que debe dejarse a criterio exclusivo de la mujer afectada, cada individuo tiene un derecho absoluto sobre su vida y su cuerpo. Condenaba el reclutamiento forzoso de soldados, al que equiparaba con la esclavitud. Defendía el derecho de publicar cualquier tipo de texto o medio audiovisual, sostenía que las ideas no delinquen. El colectivo no tiene derechos sobre el individuo. El hombre no es ni un lobo solitario ni un animal social, es un animal contractual.
El derecho a la vida es la fuente de todos los derechos, y el derecho a la propiedad es solo su realización. Sin derechos de propiedad, ningún otro derecho es posible. La propiedad privada está basada en la idea de derechos, no de necesidades.
La propia Ayn Rand no se consideraba de derecha ni de izquierda, tampoco anarquista ya que tenía la convicción de que los gobiernos tienen una función legítima pero limitada. Algunos la consideraban minarquista. No era conservadora, se oponía a Ronald Reagan y además era atea. Buscaba la maximización de los derechos del individuo, de los beneficios de la propiedad privada y del sistema capitalista.
Es una lectura muy interesante, sobre todo en una aproximación al pensamiento liberal, ya que su radicalidad, originalidad y claridad en algunas definiciones nos incomoda, obligándonos a reflexionar.
Y hablando de reflexionar, les dejo una pregunta para pensar….